SIDA: el negocio de las multinacionales

Antonio F. Muro, 19 diciembre de 2007
http://www.insurgente.org/modules.php?name=News&file=article&sid=12045

Tras diez años proyectando modelos matemáticos sobre la teoría del VIH como causa de la llamada enfermedad del SIDA, Rebecca Culshaw decidió hacer frente a sus propias convicciones y escribió un artículo titulado ¿Por qué abandoné la teoría del VIH como causa del SIDA? En él, desde su experiencia como investigadora del más alto nivel, afirma: Existen evidencias suficientes para sostener que toda la base de esa teoría está equivocada. El SIDA no es una enfermedad tanto como una estructura sociopolítica que pocas personas entienden y aún menos se cuestionan. El problema de la causa parece estar fuera de toda duda e incluso plantearlo se juzga irresponsable [...] pero las hipótesis en ciencia merecen ser estudiadas y ninguna debe aceptarse antes de que sea probada; especialmente cuando su aceptación ciega tiene horribles consecuencias.

Han pasado veinte años desde que se nos dijo que un retrovirus bautizado como VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) causa una enfermedad llamada Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) caracterizada porque la persona infectada se queda prácticamente sin defensas y expuesta a adquirir fácilmente cualquier dolencia que alguien sano superaría sin problemas pero a ella puede causarle la muerte. Y lo cierto es que a pesar del tiempo trascurrido los ciudadanos de a pie saben poco más de lo que se les contó en un principio. Eso sí, las autoridades sacuden cada cierto tiempo nuestra conciencia con cifras alarmantes y con la vaporosa promesa de una vacuna que nunca llega a pesar de los miles de millones de euros invertidos en su búsqueda. ¿En la dirección correcta? Al menos en la dirección científica y oficialmente aceptada. ¿La única? Evidentemente no porque un amplio grupo de científicos discrepa de las teorías oficiales. Algunos de ellos eran considerado investigadores de primera línea y gozaban de un gran prestigio... hasta que se atrevieron a disentir de la teoría oficial del VIH como causa del SIDA. Obviamente, como sucede siempre en estos casos, sus argumentos se ocultan y no ocupan una sola línea ni en los medios de comunicación convencionales ni en las grandes revistas científicas.

Podríamos decir que la postura oficial es la representada por John P. Moore, un científico que se encuentra especialmente cómodo escribiendo contra los que disienten de sus opiniones y que ha llegado a afirmar: Me extenderé muy poco sobre por qué no encuentro apropiado debatir con quienes niegan el VIH y se definen como científicos o se autoproclaman como tales. La principal razón es que no hay nada que debatir. La segunda es que no hay nadie con quién debatir. Uno sólo debería debatir de ciencia con científicos creíbles y ningún científico creíble discutiría el VIH como causa del SIDA. Moore se negaba así a debatir recientemente con Harvey Bialy investigador con más de 30 años de experiencia en Biología Molecular, editor durante 14 años de una de las publicaciones más importantes de Biotecnología y miembro del mismo club de disidentes que los premios Nobel Kary Mullis y Walter Gilbert así como el prestigioso miembro de la Academia de las Ciencias de Estados Unidos Peter Duesberg. Y como Moore, tantos como puedan ustedes imaginarse.

Ahora bien, ¿todos quienes disienten de la explicación oficial opinan lo mismo? No. Algunos niegan que el VIH exista. Otros, en cambio, admiten su existencia pero niegan que sea responsable de lo que se conoce como SIDA. Pero en lo que sí coinciden todos los disidentes es en el carácter dañino de los antirretrovirales. Lo que sucede es que ni unos ni otros tienen demasiada oportunidad de explicarse. Lo que no está evitando que nuevos miembros de la comunidad científica -en un goteo constante- vayan abandonando el privilegiado club de la oficialidad para unirse a las filas de los disidentes. Unos lo hacen en silencio, otros se ven envueltos -por deseo propio o por las circunstancias- en algo más de ruido. Fue el caso de Mark Pierpont. Nombrado coordinador del Programa de Prevención sobre el VIH/SIDA en Florida (EEUU) a los pocos meses de ejercer su cargo -en junio del 99- redactó su carta de dimisión en la que, entre otras cosas, afirmaba: Tras una cuidadosa investigación está lamentablemente claro que ha existido un cisma en la investigación sobre el SIDA desde el políticamente cargado anuncio del Dr. Robert Gallo al mundo de que el VIH es la probable causa del SIDA (1984). Desgraciadamente sólo una parte de los datos científicos han sido puestos al alcance del público. Parte que es, con mucho, la más poderosa y respaldada por los depósitos financieros de las agencias del Gobierno Federal como los CDC y los NIH que financian la mayoría de las campañas de información y de los programas de investigación. Esta ciencia dominante es promocionada e incluso manipulada por los gigantes farmacéuticos que tienen un motivo obvio de beneficio. El sistema de Salud Pública y las compañías farmacéuticas son la principal fuente de información sobre el SIDA para los proveedores de cuidados de salud y limitan su información a tan sólo una parte del debate científico ignorando e, incluso, suprimiendo la investigación científica contraria. Ayudado por unos medios de comunicación complacientes el Servicio de Salud Pública ha hecho todo para silenciar las opiniones científicas contrarias y, en consecuencia, ha negado a la población su fundamental derecho a un consentimiento informado. Por la presente retiro mi participación de lo que un día puede ser visto como la mayor violación del Principio de Consentimiento Informado en la historia de la Salud Pública. Muy sinceramente. Mark Pierpont. Y claro, cabe preguntarse por qué personas que lo tienen todo van a tirar por la borda su carrera profesional y su prestigio a cambio de nada... salvo que sea por ética y por la convicción personal de defender la verdad.

Bueno, pues ahora le ha tocado el turno a Rebecca Culshaw, bióloga matemática. Su artículo, escrito en la primavera de este año 2006 -y por tanto con todos los datos actualizados-, nos permite conocer un poco mejor el lado oscuro del binomio VIH-SIDA.

De modelar el VIH a rechazarlo

Culshaw no ha sido galardonada con el Nobel -ni probablemente lo sea ya- pero los diez últimos años de su vida ha vivido inmersa en el paradigma oficial del VIH = SIDA. Su trabajo ha venido siendo crear modelos matemáticos de la infección, un campo en el que entró en 1996. Sola o en equipo tiene, incluso, trabajos publicados al respecto: Comparison of optimal treatments for HIV, Review of HIV Models: The role of the natural immune response and implications for treatment, Optimal HIV Treatment by maximizing immune response, y algún otro más. Bueno, pues su conclusión final hoy es que la visión oficial es falsa. Durante este tiempo -afirma- he llegado finalmente a comprender que hay suficientes evidencias que permiten sostener que toda la base de esta teoría está equivocada. El SIDA, no es, según parece, tanto una enfermedad como una estructura sociopolítica que pocas personas entienden y aún menos se cuestionan. El problema de la causa parece estar fuera de toda duda e incluso plantearlo se juzga irresponsable.

Sus razones científicas las ha dejado plasmadas en un artículo titulado Por qué abandoné la hipótesis del VIH-SIDA cuya versión original puede encontrar el lector en www.lewrockwell.com/orig7/culshaw1.html. En él recoge las mismas incertidumbres que comparten otros muchos investigadores y aporta argumentos para el debate que quizás no sean suficientemente conocidos y que merecen el respeto al menos de ser tenidos en cuenta en un debate en profundidad. Por ejemplo, ¿sabía usted que no todos los que tienen el VIH acaban padeciendo SIDA? Probablemente sí, pero, ¿sabía que hay quien tiene el SIDA y no tiene el VIH? ¿O que puede ser usted seropositivo en Gibraltar y no en Málaga? Pues sobre estas realidades habla la particular versión de Yo confieso de Rebecca Culshaw, una carta sincera y clara en su argumentación dirigida al corazón de la comunidad ortodoxa y de todos aquellos que experimentan a diario la duda en las convicciones aceptadas: ¿Por qué nosotros como sociedad hemos aceptado tan rápido una teoría para la que existen tan pocas evidencias sólidas? ¿Por qué tomamos las proclamas de las instituciones gubernamentales como el NIH y el CDC, vía portavoces y organizadores, como muestras de fe? El ciudadano medio no tiene ni idea de cuan débil es la conexión que realmente existe entre VIH y SIDA siendo por eso que frases tan insostenibles como ‘el virus del SIDA’ o ‘la prueba del SIDA’ se han vuelto parte de la lengua vernácula común a pesar de que no hay ninguna evidencia de su exactitud.

Por qué abandoné la teoría del VIH como causa del SIDA

Cushaw comienza recordando en su escrito de marzo de este año [2006] el impacto que causó en la sociedad norteamericana la irrupción de la enfermedad: Cuando se anunció en 1984 que la causa del SIDA había sido hallada en un retrovirus que llegó a ser conocido como VIH se creó una gran sensación de pánico. Mi propia familia se vio inmediatamente afectada por ese pánico puesto que mi madre había sufrido varias transfusiones de sangre a comienzos de los 80 como resultado de tres abortos. En los primeros días temimos que nos picaran los mosquitos, temimos besarnos y hasta sentarnos en los retretes públicos. Aún puedo recordar el pánico que sentí cuando después de entrar en un baño público leí un graffiti que decía ‘¿No tienes el SIDA todavía? siéntate en este retrete’.

Sólo tenía diez años y con el tiempo el pánico se redujo a un murmullo. El miedo a ir al baño o al dentista fue reemplazado por una cautela más realista a la hora de practicar el sexo con desconocidos. Más tarde llegaría la traumática experiencia de someterse a los 21 años a la prueba del SIDA por un exceso de preocupación. Me pasé dos semanas esperando los resultados convencida de que me moriría pronto y de que sería ‘todo por mi culpa’. Y eso lo pensaba Cushaw a pesar de no ser drogadicta ni promiscua. Era el miedo. Como era lógico, el resultado fue negativo.

Tiempo después llegaría su dedicación a la Biología Matemática y de ahí ¡a los modelos matemáticos de la infección del VIH y la respuesta inmunológica! Como matemática encontré que virtualmente cada modelo que estudiaba era poco realista. Las asunciones biológicas en que los modelos estaban basados variaban de autor a autor y eso no tenía ningún sentido para mí. Diez años trabajando día y noche en torno al VIH. Todo ello para al final rendirse a las evidencias o a los argumentos que ella considera como tales. Diez años para contestar en voz alta la pregunta más importante de su vida. Así que ¿por qué ahora y sólo ahora he decidido que ya es bastante y no puedo por más tiempo continuar apoyando el paradigma sobre el cual mi carrera entera se ha construido?

Cushaw describe su experiencia personal que, por supuesto, no es única: El SIDA hoy tiene poco o ningún parecido con el síndrome para el que fue nombrado. En primer lugar la definición ha sido cambiada por el CDC varias veces extendiéndose para incluir más enfermedades (todas las cuales existían desde mucho antes del SIDA) y a veces a ninguna enfermedad en absoluto. Más de la mitad de todos los diagnósticos de SIDA en los últimos años en Estados Unidos han sido hechos en base a una cuenta de las células T y a una ‘confirmada’ prueba de anticuerpos positiva. En otras palabras, una enfermedad mortal ha sido diagnosticada una y otra vez en ausencia total de enfermedad clínica.

Todo comienza pues en el diagnóstico. Neville Hodgkinson, un periodista británico, sostiene en su artículo Sida: una catástrofe ¿viral o científica? lo siguiente: La teoría del VIH como causa del SIDA ha cubierto ciertas necesidades de salud social y pública pero la comunidad científica no ha reconocido los serios fallos que existen en ella y en la práctica médica derivada de la misma; en particular su fracaso para validar la prueba de ‘diagnóstico del VIH’ con el aislamiento del virus. Se pueden haber interpretado mal signos genéticos y químicos producidos por las células inmunes caotizadas como evidencia de la presencia de un virus letal.

De hecho no existe un modelo unificado que explique el mecanismo biológico real del VIH. La razón por la que no había ningún acuerdo general matemático acerca de cómo el VIH mata a las células T -explica Cushaw en este punto- era porque no había ningún acuerdo general biológico. Y no lo hay todavía. El VIH es posiblemente el microorganismo más estudiado de la historia -ciertamente es al que más fondos se han dedicado- a pesar de lo cual no hay todavía ningún acuerdo sobre el mecanismo de patogénesis. Peor que eso: no hay ningún dato para apoyar la hipótesis de que el VIH mata las células T en absoluto. No lo hace en el tubo de ensayo. Él, básicamente, sólo se asienta allí como hace en las personas... si es que llega a encontrarse. En 1984 Robert Gallo afirmó que había ‘probado’ que el VIH causa SIDA. Sin embargo, el actual VIH puede ser encontrado sólo en 26 de cada 72 pacientes de SIDA. Hasta la fecha el VIH permanece siendo un blanco huidizo en aquellas personas diagnosticadas con SIDA o simplemente seropositivos.

La doble cara del SIDA

Por un lado la pública, donde todo parece seguro, conocido y controlado por las autoridades. Sin embargo existe una realidad que se oculta. Liam Scheff, otro periodista investigador en temas de salud que lleva años dedicado a estudiar el tema del SIDA, ha escrito en La cara oculta del SIDA: Cuando se pasa de los titulares te dirán, imperturbablemente, que las pruebas del VIH no están estandarizadas, que se interpretan arbitrariamente, que no se requiere tener VIH para padecer SIDA y, finalmente, que el término VIH no describe una sola entidad sino una colección de material celular no-específico de reacciones cruzadas.

Pero, ¡bueno! ¿Acaso no está montado todo el edificio de la atención farmacológica sobre los tests y las pruebas diagnósticas? ¿Cuántas vidas se habrán destrozado entonces en el caso del SIDA por presentar como definitivos unos resultados que varían de un lugar a otro y además dependen de quien los interpreta?

Acerca de las pruebas realizadas para medir la llamada ‘carga viral’ -escribe Cushaw- la mayoría de las personas no es consciente de que ni son pruebas autorizadas para medir la carga viral ni están recomendadas por la FDA para diagnosticar la infección de VIH. Ello es así porque un ‘test’ del SIDA no es sino una prueba de anticuerpos. Se usa carga viral, sin embargo, para estimar el estado de salud de aquellos diagnosticados como VIH-positivos. Pero hay muy buenas razones para creer que no funciona en absoluto. La carga viral usa el PCR o una técnica llamada amplificación de ADN (bDNA). El PCR es la misma técnica usada para recoger el ADN de las huellas dactilares en las escenas de un crimen. El PCR fabrica en serie ADN o ARN, esencialmente para que pueda verse. Si algo tiene que ser fabricado en serie para incluso ser visto y el resultado de esa fabricación en serie se usa para estimar qué cantidad de patógeno hay en el organismo eso podría llevar a una persona a preguntarse cómo de relevante era el patógeno en un principio. Específicamente, ¿cómo pudo algo tan difícil de encontrarse, incluso usando la tecnología más sensible y sofisticada, diezmar completamente el sistema inmune? El bDNA, mientras, no amplifica nada como en el caso de la PCR, sólo busca los fragmentos de ADN que se creen son componentes del genoma de VIH pero eso no está probado. No hay ninguna evidencia que permita sostener que esos fragmentos no puedan existir en otras secuencias genéticas no relacionadas con el VIH o con cualquier otro virus. Es importante en este punto señalar que la carga viral a estas alturas, como las pruebas de anticuerpo, nunca han sido contrastadas con la norma de oro del aislamiento del VIH. El bDNA usa el PCR como norma de oro o verificación, el PCR usa pruebas de anticuerpo como norma de oro y las pruebas del anticuerpo no usan nada. Ninguna usa el propio virus VIH como contraste de confirmación.

Es más, el mismísimo premio Nobel Kary Mullis, inventor de la PCR, ha afirmado públicamente que es imposible que su técnica sirva para poder decirle a alguien que es portador del VIH. Llegando a afirmar que habría renunciado al Nobel de haber sabido el uso que se le iba a dar a su invención. De hecho, en el prólogo que escribió al libro de Peter Duesberg, afirma: Ni Duesberg ni yo podemos entender cómo ha surgido esta locura [...] Sabemos que errar es humano pero la hipótesis VIH/SIDA es un error diabólico. ¿Y qué decir de los tests? Hay una buena razón -señala Cushaw- para creer que las pruebas de anticuerpos tampoco son fiables. Los dos tipos de pruebas rutinariamente usados son el ELISA y el Western Blot (WB). El protocolo de comprobación actual es verificar un ELISA positivo con el Western Blot, ‘más específico’ (test que, sin embargo, está prohibido actualmente en Gran Bretaña por inestable). Pero pocas personas saben que el criterio para un Western Blot positivo varía de país a país e, incluso, de laboratorio a laboratorio. Dicho bruscamente, el estado VIH de una persona podría cambiar dependiendo del lugar donde se realice la comprobación.

Aunque lo más grotesco de todo es que ni los propios laboratorios fabricantes de tales tests osan afirmar que sirven para decidir si alguien tiene el VIH. De hecho los fabricantes del ELISA han llegado a declarar: Actualmente no existe un estándar reconocido para establecer la presencia o ausencia del anticuerpo VIH-1 en la sangre humana. Por tanto la sensibilidad se ha determinado a partir de diagnósticos clínicos de SIDA y la especificidad se ha establecido en base a donantes aleatorios.

Otra científico disidente, la doctora Eleni Papadopulos, expuso en la XI Conferencia Internacional del SIDA en Ginebra tras una década de investigación su convicción de que el VIH no ha sido aislado y por tanto no puede disponerse de elementos para fabricar tests de anticuerpos, realizar mediciones de carga viral o preparar iniciadores para la PCR. Incluso el archiconocido doctor Luc Montagnier -considerado codescubridor del VIH- reconoció en una entrevista publicada en 1997 que él no había aislado ningún virus ni establecido relación alguna con el SIDA. De hecho Montaigner pasó a sostener hace ya tiempo que el SIDA no podía explicarse sólo en relación con el VIH y era preciso algo más, indefinido hasta el momento.

El ya mencionado Liam Scheff, refiriéndose a los tests, afirma con ironía al respecto: Si la leyes del comercio fueran aplicadas con igualdad la campaña ‘Conocer es bueno’ para fomentar los tests del SIDA tendría que llevar una advertencia similar a la del tabaco que dijera: ‘Este test no le dirá si está usted infectado/a por un virus. Quizás le confirme que está embarazada, que ha consumido droga o alcohol, que ha sido vacunado/a: que tiene un resfriado, una enfermedad hepática, artritis o que está estresado/a o hambriento/a o cansado/a. O que es usted africano. No le dirá si usted va a vivir o a morir. De hecho nosotros realmente no sabemos después de todo lo que significa realmente dar positivo o negativo.

Lo que no puedo admitir -concluye Rebecca Cushaw este apartado de su explicación- es la idea de que nadie a título individual necesite hacerse un test diagnóstico de VIH. Una prueba negativa puede no ser exacta (cualquier cosa que eso signifique) pero una positiva puede causar unos estragos absolutos y la destrucción de la vida de una persona. Y todo por un virus que es más que probable que no haga absolutamente nada. No creo que haya que añadir mucho más para afirmar que estas pruebas deben prohibirse para propósitos de diagnóstico.

¿Y qué pasa entonces con África?

¿De dónde salen los millones de personas que la OMS dice que están allí infectadas y esperando la muerte? El África subsahariana continúa siendo la región más afectada en el mundo según los datos oficiales. El 64% de las nuevas infecciones (más de tres millones de personas) ocurren en esta parte del mundo donde ya viven 28,5 millones de ciudadanos con VIH. Pues como con el resto de lo que tiene que ver con el VIH-SIDA es preciso pasar de los grandes titulares -con los que solemos conformarnos- a la realidad sobre el terreno, una realidad de enfermedades endémicas, hambre, miseria y dinero. Mucho dinero... pero para el SIDA. Roberto Giraldo, otro de los médicos investigadores del club de los disidentes, ya alertó de esta situación en su trabajo La industria del SIDA en África: un negocio redondo donde, entre otras cosas, escribió: Puesto que en la mayoría de los países africanos las pruebas del VIH son demasiado costosas como para que su uso se generalice, el SIDA se ha venido diagnosticando según los lineamientos establecidos por la OMS, los que se conocen como Definición Bangui del caso clínico. Para que una persona se califique como de diagnóstico positivo de SIDA debe presentar una combinación de síntomas tales como pérdida de peso, diarrea persistente y fiebre de un mes de duración así como tos seca. El problema con un diagnóstico sintomático VIH tal es que muchas de sus características difícilmente pueden distinguirse de las de otras antiguas enfermedades como la tuberculosis y la malaria. Además la prueba que se está practicando en África tampoco está exenta del peligro de arrojar resultados exagerados. Según el doctor Harvey Baily, ‘algunas de esas pruebas son tan inespecíficas que entre el 80 y el 90% de los resultados positivos son falsos positivos’. Con el resultado inevitable de que las cifras de infecciones VIH en África han resultado desatinadamente exageradas alimentando el autocumplimiento de la letal profecía.

Y añade Giraldo, él sí conocedor de la materia y no quienes se limitan a enjuiciar el problema a través de imágenes o titulares de prensa: Hoy día los jóvenes africanos rehúsan buscar atención médica para las enfermedades tradicionales debido al temor de ser señalados como casos de SIDA. Al mismo tiempo, como anotaba el Ministro de Salud y Cuidado de la Niñez en Zimbabwe, la OMS y la ‘industria del SIDA’ han patrocinado una dañina epidemia de ‘VIH-itis’ en África trayendo como consecuencia el desvío del dinero, la atención médica y el personal de salud de los problemas ya conocidos como la malaria, la tuberculosis, las enfermedades de transmisión sexual y una maternidad segura.

Es curioso, por cierto, que el abordaje con fármacos del SIDA siempre llegue precedido de mejoras nutricionales en las poblaciones afectadas. Cualquier mejora en la comida y el estado del agua es evidente que redunda en una mejora global del estado físico. Si la alternativa fuera tener malaria o cualquier otra enfermedad endémica y no ser tratado ni alimentado... o declarar su malaria como parte del SIDA y así comer y ser tratado, ¿usted qué opción escogería, amigo lector? Pues eso es lo que pasa en África a diario.

Claro que el SIDA en Occidente quizás haya servido también para otro tipo de instrumentalización médico-política, sin querer entrar en el origen de tan enigmático síndrome. El VIH, durante muchos años, ha cumplido el papel de un terrorista microscópico -reflexiona Cushaw-. Las personas han perdido sus trabajos, se les ha negado la entrada en las Fuerzas Armadas, se les ha negado la residencia en el país y la entrada en algunos países. Incluso han sido acusadas con cargos de asalto o asesinato por tener sexo consentido; se ha separado a los bebés de sus madres y se les ha suministrado medicaciones tóxicas a la fuerza. No hay ningún precedente para este tipo de comportamiento. Y todo en nombre de una no probada y frágil hipótesis que se basa en pruebas altamente sospechosas y tests indirectos para una supuesta infección por un, según se alega, virus mortal. Virus que sin embargo nunca se ha observado que haga mucho de nada.

Obviamente los nombres y argumentos expuestos en este artículo son estigmatizados por quienes dominan el sistema sanitario. Y cualquiera puede encontrar un millón de páginas más dedicadas a la teoría oficial que a los planteamientos disidentes. Claro que por cada dólar del que éstos disponen para explicar sus razonamientos los oficialistas cuentan con cientos de millones y una amplia influencia en los medios de comunicación. Hay incluso quienes piden la cárcel para ellos por irresponsables y por criticar los tratamientos actuales.

Las víctimas reales en este enredo -dice Cushaw- son aquellas cuyas vidas son puestas del revés por el estigma de un diagnóstico de VIH. Esas personas, la mayoría de las cuales están completamente sanas, son animadas a evitar la intimidad y, aún más, se culpabilizan de haber sido de algún modo muy tontos y descuidados. Peor aún: se les anima a que tomen dosis diarias enormes de algunas de las drogas más tóxicas jamás fabricadas [...] Porque la causa principal de muerte entre los VIH-positivos en estos últimos años ha sido el fracaso hepático. No una enfermedad definida como SIDA sino un efecto colateral reconocido de los inhibidores de proteasas que los individuos asintomáticos toman diariamente en dosis masivas durante años.

¿Tienen razón los disidentes? Hay algo evidente a su favor: el hecho de que llevan años jugándose su prestigio profesional y personal enfrentándose con quienes se están enriqueciendo día a día desde hace dos décadas con el SIDA y se niegan a salvar las vidas de los presuntos infectados con sus productos si no es a cambio de dinero. Sólo eso ya hace los disidentes merecedores de al menos unos minutos de reflexión.

Después de diez años involucrada en el lado académico de la investigación del VIH así como ampliamente en el mundo académico -concluye Cushaw su alegato sobre el abandono de la teoría oficial- creo de verdad que el reproche por la aceptación universal, incondicional y basada en la fe de tal teoría sin bases recae pesadamente sobre los hombros de aquéllos de entre nosotros que han vinculado activamente una hipótesis completamente sin probar con el afán de prosperar en sus carreras. Claro, las hipótesis en ciencia merecen ser estudiadas pero ninguna hipótesis debe aceptarse como hecho antes de que sea probada, particularmente una cuya aceptación ciega tiene consecuencias tan horribles [...] Yo no puedo por más tiempo permanecer sentada y no hacer nada contribuyendo a esta locura. Y la locura ha durado ya bastante tiempo. Como humanos -como académicos honrados y científicos- lo único que podemos hacer es permitir que la verdad vea la luz.

África se rebela contra la hipótesis oficial del SIDA

Alfredo Embid
‘Medicina Holística’, núm. 59
Edita: Asociación de Medicinas Complementarias

El Presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, se atreve a enfrentarse a la hipótesis oficial del SIDA y denuncia la censura a los científicos que se han atrevido a cuestionarla.

Sudáfrica, que hace 5 años se libró del Apartheid y de la dictadura de la minoría blanca, está encabezando una insólita rebelión contra la ortodoxia blanca del SIDA, que pretende imponer a todo el tercer mundo una falsa epidemia de connotaciones claramente racistas.

El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, se ha atrevido a enfrentarse a la hipótesis oficial del SIDA. Ha denunciado la censura a los científicos que han cuestionado las tesis oficiales valerosamente, al precio de arruinar sus carreras, y los ha invitado a su país. Ha puesto en cuestión los tratamientos del SIDA, especialmente con el AZT (por su toxicidad), y ha suspendido su administración. Además, se ha enfrentado a los intereses de las multinacionales farmacéuticas en cuestiones de patentes. Ha metido mano donde más les duele: en sus beneficios.

Por si fuera poco, Thabo Mbeki ha tomado contacto con otros líderes africanos y del Tercer Mundo, como el gobierno de la India, propiciando un debate que hace años llevamos promoviendo en esta revista, pero que todos los medios de comunicación se esfuerzan por ahogar.

El pasado 3 de abril [de 2000], el presidente de Sudáfrica envió una carta al presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, además de a Toni Blair, Schroeder, Kofi Annan y otros dirigentes políticos.

La respuesta de los medios de comunicación occidentales, aparte de no informar de lo que el presidente decía, ha sido particularmente insultante, e incluso han tergiversado sus declaraciones, haciéndole decir lo que no ha dicho nunca. Comentamos esa respuesta en este artículo.

A primeros de mayo [de 2000] Thabo Mbeki organizó un congreso alternativo en Sudáfrica. que reunió a importantes científicos occidentales disidentes, como nuestros amigos los doctores Peter Duesberg y Harvey Bialy. Estas reuniones no son nuevas: se han realizado ya anteriormente en Amsterdam, Argentina, Colombia y Ginebra. La AMC ha organizado reuniones de científicos disidentes en sus Jornadas Internacionales de Medicinas Complementarias I (Barcelona 1993) y II (Gerona 1995).

Este congreso se estaba desarrollando cuando escribíamos este artículo. Por supuesto, ha sido ocultado por todos los medios de comunicación. Nuestra amiga Joan Shenton, la directora de la compañía británica Meditel (que se ha destacado por sus excelentes reportajes sobre el SIDA en África), nos telefoneó directamente desde Sudáfrica y próximamente podremos ofreceros un informe sobre ese congreso, elaborado sobre el terreno.

Entrevista al Presidente de Sudáfrica

El 16 de Abril [de 2000], el programa Search for solutions (En busca de soluciones) de Meditel Productions es emitido a toda África en el programa Carte Blanche de M-Net. El programa incluye una entrevista a Thabo Mbeki (que transcribimos), presidente de Sudáfrica, realizada por nuestra colaboradora Joan Shenton, directora de Meditel.

El documental Search for solutions incluye fragmentos de otros programas realizados por Joan y su equipo de Meditel sobre el SIDA en África y sobre la experimentación en Inglaterra de fármacos tóxicos como el AZT en niños africanos y del tercer mundo.

Sudáfrica está en pleno proceso de reevaluación de lo que se ha venido describiendo como la mayor plaga conocida por la humanidad: el SIDA. Actualmente, muchas sociedades y comunidades en todo el mundo cuestionan seriamente la idea de que sea un virus, el VIH, el que causa el SIDA. Sus voces sólo se han podido oír en muy contadas ocasiones. En Pretoria, Sudáfrica, su presidente, Thabo Mbeki, está reuniendo a un grupo de expertos para dar ocasión a que se pueda escuchar un abanico más amplio de opiniones.

Presidente Thabo Mbeki. Porque hemos vivido en una situación que ha estado acaparada por la visión ortodoxa; ciertas cosas que uno creía saber: el VIH es igual a SIDA, que es igual a muerte... Una de las cosas que han quedado claras, y que, la verdad, resulta muy inquietante, es el hecho de que existía un punto de vista diferente, expuesto por personas cuyas credenciales científicas son incuestionables. Con ello no quiero decir necesariamente que tengan razón, pero me parece que se ha intentado por todos los medios excluir sus voces, silenciarlas.

Joan Shenton. Se dice que Vd., el año pasado, declaró en el parlamento que le preocupaba el hecho de que se estuviese dando AZT a las mujeres embarazadas. ¿Por qué le preocupaba?.

Thabo Mbeki. Bueno, porque se han planteado muchas preguntas sobre la toxicidad de este fármaco; las dudas eran muy serias. Como gobierno, tenemos la responsabilidad de resolver los problemas relacionados con la salud pública y, por lo tanto, podemos tomar decisiones, debemos tomar decisiones, que tendrán un impacto directo sobre los seres humanos. Y, a mi parecer, al existir dudas y surgir preguntas en torno a la toxicidad y la eficacia del AZT y otros fármacos, se hacía necesario estudiar estos temas de nuevo, porque la conciencia de uno no estaría tranquila si, a pesar de haber sido advertido del posible peligro, ha seguido adelante y ha dicho, a pesar de los riesgos, vamos a distribuir estos fármacos.

Joan Shenton. Algunos médicos del SIDA afirman que las pruebas son abrumadoras, que el VIH es la causa del SIDA y que el AZT resulta beneficioso. ¿Qué diría Vd. al respecto?

Thabo Mbeki. Yo diría que por qué no reunimos todos los puntos de vista diferentes sobre esos temas en un mismo lugar. Dejemos que se sienten en torno a una mesa, que discutan sobre todo esto, que presenten todas las pruebas existentes, y veamos que sale de ese debate; ésa es la razón de ser del grupo de expertos del que hablábamos antes. Podrían estar en lo cierto. Pero yo creo que si están en lo cierto y están convencidos de que tienen la razón de su parte, sería muy bueno para ellos que demostrasen a los otros, los que están equivocados, que están equivocados.

Joan Shenton. La gente dice que a Vd. no le gusta la idea de dar AZT a las embarazadas (por supuesto, estoy yendo al terreno de lo personal), porque es demasiado caro y, en cierto modo, a Vd. se le ve como a un tacaño. ¿Qué responde a eso?

Thabo Mbeki. Pues que es lógico que lo considere así alguien que opina que se debe administrar ese fármaco para detener la transmisión de la enfermedad, como se dice en este caso: la transmisión de madre a hijo. (El AZT) es tremendamente costoso, y eso es algo que debemos tener en cuenta. Pero también digo que, en este contexto, tenemos que responder a determinadas preguntas sobre el efecto tóxico de este fármaco. Si estás en un puesto en el que las decisiones que tomas pueden tener, y de hecho tienen, serias consecuencias sobre la salud de las personas, no puedes ignorar un considerable volumen de experiencia en el mundo entero que afirma que este fármaco tiene ciertos efectos negativos.

Joan Shenton. ¿Por qué recientemente ha hablado Vd. con tanta franqueza sobre la codicia de las compañías farmacéuticas?

Thabo Mbeki. Pienso que se deben discutir muchas cosas; el tema de la salud y el tratamiento de las personas parece, de hecho, estar orientado a obtener beneficios. Probablemente Vd. ha oído hablar de la larga pelea que tuvimos con la industria farmacéutica sobre el tema de las importaciones paralelas y cosas por el estilo. Lo que nosotros decimos es que queremos que las medicinas y los fármacos sean lo más baratos posibles para una población como la sudafricana, que en su mayoría es pobre. Necesitábamos encontrar esas medicinas donde fueran más baratas, controladas como es debido, probadas como es debido; el producto genuino, nada de falsificaciones.

Joan Shenton. En la prensa se le insta a que se limite Vd., cito textualmente, a realizar el trabajo para el cual ha sido elegido, y deje los temas especializados para los que más entienden de ellos. ¿Qué responde a esto?

Thabo Mbeki. Bueno, no me puedo imaginar a ningún jefe de gobierno diciendo: no estoy especializado en economía, por lo tanto, no puedo tomar decisiones relativas a la economía; no soy un soldado, por lo tanto, no puedo tomar decisiones que afecten al ministerio de defensa; o no soy un educador, un pedagogo, por lo tanto, no puedo tomar decisiones sobre educación. No veo por qué la salud debe tratarse como algo tan tremendamente especializado, sobre lo cual el presidente de un país no pueda tomar decisiones. Creo que sería negligente decir: bueno, en lo que se refiere a política sanitaria, vamos a dejar el tema a los médicos y los científicos; en lo que se refiere a educación, lo dejaremos a los educadores y pedagogos. La verdad, me parece absurdo.

Joan Shenton. ¿Qué le parece la reacción que han tenido algunos de los virólogos e intelectuales más prominentes de su país ante su postura?

Thabo Mbeki. Tengo la sensación, como ya le he dicho antes, de que hemos sido todos educados en una única corriente de pensamiento, y en realidad no me sorprende en absoluto que se encuentre a una abrumadora mayoría de científicos en este campo, en esta cultura, gente que sostiene un punto de vista determinado, porque ése es el único al que han tenido acceso. Este otro punto de vista, y eso es en parte lo que más miedo da, este punto de vista alternativo, en cierto modo, ha sido ocultado. No debe ser oído, no debe ser visto. Ahora mismo, eso se ha convertido en una exigencia. ¿Por qué está Thabo Mbeki hablando con científicos desacreditados, concediéndoles legitimidad?

Es un hecho muy preocupante que podamos decir, en el mundo actual, que existe un punto de vista que está prohibido. Está proscrito. Que hay herejes que deben ser quemados en la hoguera. Y todo eso se dice en nombre de la ciencia y la salud. No, no puede estar bien.

Joan Shenton. Últimamente, se ha dicho que la industria farmacéutica es más poderosa que los gobiernos. ¿De verdad va Vd. a ir tan lejos, y llevar este debate a otros líderes del mundo, como el presidente Clinton, el primer ministro Blair, o quizás el primer ministro de la India, que, al igual que Vd, ha expresado su deseo de que se realice una investigación sobre estos temas?

Thabo Mbeki. Claro, por supuesto. Sí que quiero presentar el tema a una serie de líderes políticos de todo el mundo. Al menos para informarles de lo que estamos haciendo, hacerles comprender la verdad de todo este asunto; no lo que puedan ver en televisión o leer en los periódicos. Y, sí que nos animó mucho ver que el gobierno de la India se involucraba en el tema. Creo que el interés por estos problemas, que de alguna forma han sido ocultados, va a crecer a nivel mundial. La situación es crítica, porque el objetivo de todo lo que estamos haciendo es poder responder adecuadamente a lo que se ha retratado como una catástrofe de primera magnitud en el continente africano. Tenemos que responder adecuada y urgentemente, y no se puede responde adecuadamente si se cierran los ojos y los oídos a un determinado punto d vista, a cualquier evidencia científica que se presente. Un punto que pareceestar muy claro dentro de la opinión alternativa que estamos presentando, es ¿Qué se puede esperar que pase en África en lo que respecta a los sistemas inmunes, cuando la gente es tan pobre, y está sujeta a infecciones repetidas y todo lo demás?

Claramente, se puede esperar que estos sistemas inmunes se vengan abajo, y no le quepa la menor duda de que eso es precisamente lo que está pasando. Por otro lado, el atribuir tal situación de inmunodeficiencia a un virus produce una respuesta específica, y lo que estamos debatiendo aquí, como gobierno de Sudáfrica, es que nos parece incorrecto responder al reto que supone el SIDA dentro de una banda estrecha. Si solamente decimos: hay un virus, sexo seguro, utilizad preservativos, y nada más... no pararemos la expansión del SIDA en este país.

Joan Shenton es directora de Meditel Productions, Reino Unido

El ataque de los medios de desinformación

El día 19 de abril de 2000 el Washington Post criticó virulentamente la actitud del presidente de Sudáfrica en primera página.

Analicemos una cuestión importante. ¿De quién es el Washington Post? Es propiedad de Warren E. Buffett, propietario del conglomerado de empresas que incluye, además del Washington Post, la cadena de televisión ABC, el periódico Boston Globe, así como otras: Berkshire Hathawey, la aseguradora GEICO, etc.

Warren E. Buffett ha demostrado su interés por el tercer mundo participando en la esterilización de 25 millones de mujeres en Brasil, entre otros proyectos eugenistas que financia.

Veamos algunos ejemplos: La Planet Parenthood of America y la International planned Parenthood Federation reciben dinero de Warren E. Buffett. Una de las organizaciones afiliadas es la Sociedad Brasileña de Bienestar Familiar (Befam), que tiene 25.000 oficinas en Brasil.

También el Population Council, recibe dinero de Warren Buffett. Esta organización implantó el criminal anticonceptivo Norplant en más de 500.000 mujeres del tercer mundo (ver nuestro análisis en el artículo de la sección de Medicina Medioambiental en el número 59).

También reciben fondos de Buffett: La Asociación por la Esterilización Voluntaria, que parte de la idea eugenésica de que hay una raza pura; se fundó en 1937 con el nombre de Human Betterment Association of America, luego se llamó Birthright.

La Federation of American Inmigration Reform (FAIR), asociación descaradamente racista, que quiere impedir que entren en Estados Unidos inmigrantes y refugiados pobres (Ref: Oligarcas de los EEUU dirigen el genocidio contra Brasil, EIR/Volumen 8, número 6).

Bien, así que la principal fuente de desinformación en este asunto está relacionada con proyectos de despoblación y de genocidio en el tercer mundo. Un proyecto al que la política oficial del SIDA se suma, aunque se pretenda ocultarlo.

La documentación de cómo se inventa la epidemia del SIDA en África está en otro artículo disponible en este número.

Una vez emplazados los medios de comunicación de los que partieron las informaciones iniciales, con sus orígenes eugenistas y racistas demostrados, pasemos a analizar las informaciones que dieron. En España, el diario El País reproduce a toda página la crítica en dos artículos descalificadores e insultantes, firmados por Javier del Pino y John Carlin, el día 21 de abril de 2000.

El periódico El Mundo hace lo mismo, pero le dedica menos espacio.

Tenemos ejemplos de las informaciones de diarios no sólo españoles, sino también extranjeros (gracias a nuestros asociados internacionales), cuya desinformación e insultos son los mismos.

En estos artículos, las declaraciones del presidente de Sudáfrica brillan por su ausencia. En los comunicados que las agencias de prensa como la CNN no encontramos rastros de sus declaraciones. Sus opiniones sólo se han difundido tergiversada y fragmentariamente en algunos medios de comunicación, que las han copiado como la voz de su amo.

Pero hemos buscado lo que se nos oculta. ¿Qué ha dicho realmente el presidente? Su carta y su entrevista las tenéis en este artículo. Examinemos algunos párrafos del artículo más extenso de los publicados en el Estado español, el de Javier del Pino, desde Washington:

Javier del Pino. El presidente de Sudáfríca promueve una disparatada teoría que niega el VIH.

Alfredo Embid. Para empezar, el titular de El País ya prejuzga como disparatada la negación del VIH, y además miente, ya que el presidente nunca ha hecho semejante declaración, ni mucho menos la ha promovido.

Javier del Pino. Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica, ha enviado una insólita carta...

Alfredo Embid. Insólita tal vez para los desinformados periodistas, pero cuya reivindicación llevan pidiendo desde hace casi 20 años cientos de científicos, muchos de los cuales se han reagrupado en la asociación justamente llamada Reappraising AIDS: replantear el SIDA.

Javier del Pino... a los dirigentes políticos como Bill Clinton, en la que les anuncia su apoyo a la teoría disparatada...

Alfredo Embid. Otra descalificación injustificada.

Javier del Pino... según la comunidad científica...

Alfredo Embid. Una comunidad que no existe más que en su sumisión a las directrices de la industria médica, químico-farmacéutica y biotecnológica.

Javier del Pino... de que el SIDA no es causado por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH),...

Alfredo Embid. Por cierto que la carta no dice nada de eso, el presidente de Sudáfrica no toma posición en el debate, simplemente da la palabra a los cientos de científicos cuyas opiniones han sido censuradas por diferir de la hipótesis oficial.

Javier del Pino... y que el AZT, el más extendido tratamiento contra la enfermedad, provoca más daños que beneficios a los afectados.

Alfredo Embid. Eso es algo que venimos documentando desde hace 8 años en nuestras publicaciones. (Ver números 33-34, número 41 y número 43).

Javier del Pino. En Sudáfrica, un 10 por ciento de la población (4,2 millones de personas) es seropositiva y hay 1.700 infectados cada día.

Alfredo Embid. Pero no dice con qué criterios se les ha diagnosticado. Estas cifras son una falacia ya que los criterios de diagnóstico clínico y los tests no son específicos. El fraude de los criterios diagnósticos en África está documentado en el artículo Cómo se inventa la epidemia de SIDA en África, en esta misma sección.

Javier del Pino. El extravagante líder...

Alfredo Embid. De nuevo un juicio de valor insultante y sin fundamento.

Javier del Pino... se distancia en la carta de las investigaciones más avanzadas...

Alfredo Embid. Las más avanzadas dónde: ¿En las publicaciones pagadas por la industria médica multinacional, que vive del SIDA?

Javier del Pino... y trata de apoyar la tesis de que el SIDA es distinto en África que en el resto del mundo.

Alfredo Embid. Algo evidente si sólo consideramos el dato de que el SIDA en África afecta a un 50 por ciento de mujeres, mientras que en occidente sólo afecta a un 10 por ciento de mujeres. Algo también impresentable microbiológicamente para una -supuesta- enfermedad infecciosa, que además es de -supuesta- transmisión sexual.

Javier del Pino. El presidente llega a hacer una comparación con el apartheid que ha marcado a su país.

Alfredo Embid. Eso es muy adecuado, porque el SIDA es una evidente estrategia de control demográfico, diseñada en especial contra África y el tercer mundo.

Javier del Pino. Algunos especialistas hicieron un llamamiento, en especial a Estados Unidos, para que obliguen a la Administración de Mbeki a dialogar.

Alfredo Embid. Es comprensible que los sinvergüenzas que viven de la hipótesis oficial del SIDA quieran seguir recibiendo su maná financiero y defiendan sus intereses. Es un chiste de mal gusto que los especialistas que se han negado siempre al diálogo ahora pidan a los Estados Unidos que obliguen a dialogar a quien está dando la palabra a ambas partes.

Javier del Pino. Incluso los médicos sudafricanos más eminentes han lamentado la postura de Mbeki. Malegapuru Makgoba, presidente del Consejo de lnvestigación Médica de Sudáfrica, aseguró que la carta crea una imagen de nosotros ridícula ante el resto del mundo.

Alfredo Embid. Podríamos preguntarle a este prestigioso médico si asiste a los congresos internacionales sobre el SIDA. Es probable que nos respondiese que sí, como en el caso de otros responsables del SIDA; la siguiente pregunta es ¿Quién les paga? Porque ningún médico del tercer mundo tiene dinero para ir a congresos internacionales y a hoteles de lujo.

John Carlin, autor del segundo artículo, afirma: Cuando llega la hora de tratar el SIDA, el presidente pierde el guión.

Alfredo Embid. Otro juicio de valor sin justificación.

John Carlin. De repente se transforma, se convierte en lo que no es: en uno de esos líderes obsesivos, irracionales, que surgen de vez en cuando en el Tercer Mundo.

Alfredo Embid. De nuevo insultos y veladas amenazas.

John Carlin. Veamos un ejemplo. Las organizaciones médicas más prestigiosas del mundo coinciden en que un tratamiento de AZT, el fármaco base del cóctel que toman los enfermos de VIH en los países ricos, puede reducir a la mitad los casos de transmisión del virus del SIDA de madre a hijo.

Alfredo Embid. Es un ejemplo que me encanta, porque sabemos que el AZT produce inmunodeficiencia, anemia, cáncer, hepatitis tóxica, malformaciones fetales, etc. y la toxicidad del AZT está documentada en las mejores revistas científicas ortodoxas por medio de trabajos independientes (ver números 33-34, 43 y 45 de nuestra revista).

John Carlin. Sería una irresponsabilidad, afirmó Mbeki, no hacer caso de las alarmantes advertencias que han hecho los médicos.

Alfredo Embid. Y está en lo cierto.

John Carlin. ¿Qué médicos? Médicos cuyas opiniones no se toman en serio en los foros internacionales...

Alfredo Embid. Se refiere a los foros organizados por la industria médica.

John Carlin... y que para lanzar sus teorías al mundo han acudido a Internet.

Alfredo Embid. El intento de desprestigiar a los disidentes omite los informes sobre la toxicidad del AZT, así como los argumentos que fundamentan las críticas a la hipótesis oficial, publicados en las revistas más ortodoxas (véase, por ejemplo, las más de 400 referencias bibliográficas citadas en un solo artículo del Dr. Peter Duesberg: SIDA adquirido por consumo de drogas, número 33-34). También simula ignorar que los científicos disidentes tienen entre sus filas a tres Premios Nobel y centenares de destacados especialistas de primera línea en virología, biología molecular, microbiología, bioquímica, inmunología y medicina clínica. Publican mensualmente un boletín Reappraising AIDS, que ciertamente está disponible en Internet: http://www.rethinkingaids.com. Pero, además, hay publicadas docenas de libros y centenares de artículos sobre el tema. El presidente conoce a muchos de estos científicos, que en el momento de escribir este artículo se encuentran precisamente reunidos con él en Sudáfrica.

John Carlin. La insistencia de Mbeki en dudar de la ortodoxia científica internacional, de hasta dudar de si el VIH realmente conduce al SIDA, ha impedido que se utilicen en Sudáfrica tratamientos que en otros países han reducido algunos de los peores síntomas de la plaga.

Alfredo Embid. En esta parte del artículo se le acusa de negar un tratamiento supuestamente efectivo para los supuestamente afectados del SIDA. El periodista omite que la Wellcome está acusada de asesinato en Inglaterra por el AZT, como hemos informado (ver números 37 y 38). Hemos seguido y explicado el fraude de los tratamientos en nuestra revista a lo largo de nuestras secciones de SIDA y Breves desde principios de los años 90, demostrando que no han reducido los síntomas, como se pretende.

John Carlin. Zachie Achmat. uno de los activistas del SIDA más conocidos en Sudáfrica,...

Alfredo Embid. Es algo habitual que los activistas opinen en los medios de comunicación para respaldar la hipótesis oficial. Lo mismo hizo el Comité Anti-SIDA de Madrid en este mismo periódico criticando al Premio Nobel de química Kary Mullis. Es comprensible porque resulta que los principales activistas del SIDA son corruptos asalaridos de la industria del SIDA (ver pruebas, por ejemplo, en los números 33-34 y 37).

John Carlin... cree que la manía de Mbeki de rechazar todas las normas internacionales de tratamiento del SIDA responde a un cinismo que se podría clasificar de criminal.

Alfredo Embid. En contraste con esa posibilidad, fomentar el eugenismo y el racismo, tal y como lo hace la hipótesis oficial del SIDA, es demostradamente criminal y genocida.

John Carlin. Tiene miedo de que el tratamiento cueste demasiado y arruine sus planes económicos.

Alfredo Embid. ¿Qué tratamiento? ¿El de los antirretrovirales, como el AZT, que fue rechazado por la FDA por ser demasiado tóxico para ser administrado con cuentagotas como quimioterapia del cáncer hace 40 años? ¿El mismo tratamiento que el mismo organismo permitió que se administrase a los enfermos de SIDA de por vida, que no sería muy larga?, ¿Cuál es la explicación científica de esta contradicción? Nadie la ha proporcionado; la explicación no es científica, sino política. El cáncer afecta a todo el mundo y el SIDA afecta a excedentes de la población. El AZT ha estado siendo utilizado para asesinar excedentes de población en el primer mundo. Pero es innecesario para asesinar a los excedentes de población del tercer mundo, a los que simplemente se deja morir de hambre o de las enfermedades de la pobreza, que ya no se tratan porque, por definición, ya no están afectados por ellas sino por el SIDA. En contraste, el presidente sudafricano es mucho más coherente que nuestros gobernantes, que nos obligan a pagar por ley tests fraudulentos, tratamientos tóxicos y asesinos como el AZT, y a múltiples investigadores de instituciones que investigan el SIDA para la industria multinacional con el dinero de nuestros impuestos.

John Carlin. La otra explicación es que Mbeki, sensato en casi todo, deja de funcionar como ser racional, por razones desconocidas, cuando trata el tema del SIDA.

Alfredo Embid. El argumento descalificatorio final es el habitual: los que no están de acuerdo con la hipótesis oficial están locos. Bueno, hemos avanzado algo, antes se les quemaba en la hoguera, como recuerda el presidente en su carta. Contabilizando las líneas de información, es decir, lo que el presidente ha dicho, tenemos 29 líneas en toda una página a 5 columnas de El País. El resto es grosera desinformación, insultos y descalificaciones.

Notas:

Recordemos que El País ya se ha caracterizado anteriormente por sus insultantes críticas a las hipótesis disidentes como, por ejemplo, cuando vino al Estado español Kary Mullis, y expuso ante unos 1.000 delegados internacionales por qué era imposible que el virus del SIDA causase el SIDA. (Ver dossier Desinformación en los medios de información, número 36 de la revista).

También El Mundo ha publicado otro artículo de la misma calaña. De El Mundo se puede decir lo mismo que hemos dicho de El País en lo que se refiere a su actitud hacia las hipótesis disidentes, y que hemos comentado con anterioridad: Alfredo Embid. Desinformación en los medios de información. Revista de Medicinas Complementarias número 36, página 117; Alfredo Embid. Los unos y los otros son los mismos. Revista de Medicinas Complementarias número 37, página 166).

La hipótesis oficial del SIDA contamina a los organismos internacionales. Como en el caso de la prioridad acordada al control demográfico, los Estados Unidos han buscado los apoyos de organizaciones internacionales estimadas y creíbles como la ONU, UNICEF, la OMS y el Banco Mundial. Son las palabras del Informe del Consejo de Seguridad de los Estados Unidos, Memorandum 200 (NSSM-200) de 1974, que durante años permaneció secreto (Antena misionera, marzo 1992, número 261, página 8).

Ya en noviembre de 1999, la ONU comenzó un programa para evitar la transmisión del VIH de las embarazadas a sus hijos, que beneficiará a 30.000 mujeres de 11 países. De ellos, nueve son africanos. El programa es conocido: consiste en dar a las seropositivas AZT. La ONU promociona la venta de un fármaco tóxico que produce SIDA a quien no lo tiene.

Es hora de acabar con la conspiración de silencio que rodea al SIDA, ha dicho Kofi Annan, secretario general de la ONU.
[...]
En diciembre de 1999, las Naciones Unidas advierten que África corre el riesgo de convertirse en un continente de huérfanos de padres muertos a consecuencia del síndrome. Este año [2000] se espera que el número de niños que pierden a sus progenitores por la enfermedad alcance los 13 millones en todo el mundo (12 en África).

UNICEF se alineó en el mismo sentido: Carol Bellamy, la directora ejecutiva de UNICEF, afirma que el gran número de niños abandonados a consecuencia del SIDA en África es una crisis más que se une a las estadísticas de adultos fallecidos por la enfermedad.

El 9 de enero de 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU con sus 15 miembros se reunió por primera vez en una sesión extraordinaria para debatir un problema de tipo sanitario: el SIDA y sus consecuencias en África.

La reunión fue convocada por la Casa Blanca, que este mes ocupaba la presidencia del Consejo, para dar publicidad a su política hacia África.

Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, la enfermedad ha reducido las expectativas de vida en Zimbabwe en un cuarto de siglo, en Bostwana en 18 años y en Burkina Faso y Burundi en nueve. Para el año 2010, en el África subsahariana 71 miliones de personas habrán muerto a consecuencia de una plaga.

Según un reciente informe de la ONU, cada minuto se contagian en África 10 personas con el VIH, el virus que causa el SIDA, y se cree que uno de cada cuatro adultos es portador de la enfermedad. En el continente viven el 50 por ciento de todas las personas portadoras del VIH. El 60 por ciento de todas las muertes que ya ha causado la enfermedad se han producido en el subcontinente subsahariano.

En la última década, el virus ha matado en África 10 veces más personas que las que han fallecido en los conflictos armados en el continente, aseguró sin verguenza el embajador Richard Holbrooke, el representante estadounidense ante las Naciones Unidas.

El vicepresidente estadounidense, Al Gore, presidió la reunión, como ya lo hizo en el congreso de El Cairo sobre el peligro de la bomba demográfica, y anunció: la Administración solicitará al Congreso una partida extraordinaria de 16.000 millones de pesetas en el próximo presupuesto para ayudar a los países africanos a combatir esta plaga (El Consejo de Seguridad de la ONU declara la guerra al SIDA, El Mundo, 10 de enero de 2000).

Las recientes declaraciones de Clinton a finales de abril han aumentado esa cifra a 47.000 millones de pesetas (Washinton Post, 30 de abril).

El Consejo de Seguridad de la ONU, dirigido por Estados Unidos, anunció la política que se avecinaba. En abril el SIDA era declarado asunto de seguridad nacional.
El dinero extra que se va dedicar al SIDA servirá de chantaje para imponer la hipótesis oficial a los gobiernos del tercer mundo, al igual que se les impone cumplir cuotas de esterilización y programas de control de la población para recibir ayuda o incluso para negociar su deuda [...]
El dinero dedicado al SIDA se convierte un chantaje para extender los programas de control de la población y de eugenismo.

El contrataque norteamericano

Unos días después, a primeros del pasado mes de mayo [de 2000], el presidente de los Estados Unidos responde con una declaración amenazante. De nuevo, encontramos a The Washington Post a la cabeza de la difusión de estas informaciones.

Mientras que las informaciones anteriores de las declaraciones del presidente de Sudáfrica han sido omitidas o tergiversadas en los medios de comunicación, en este caso, todos los medios de comunicación se hacen eco de la declaración de Clinton durante varios días como la voz de su amo. Eso significa que esta información, difundida por las agencias de prensa, es prioritaria estratégicamente.

Un collage de estas informaciones aparecidas en la prensa española espero que os dé idea de la gravedad de lo que se trama justamente en este momento:

— La UE anuncia un plan contra la epidemia después de que EE.UU. y la ONU la califiquen de amenaza para la seguridad
— Con estas declaraciones, los dirigentes de los países más ricos del planeta recogen los planteamientos de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad ya anunció que el SIDA suponía una amenaza para el equilibrio mundial en enero de este año
— El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ha declarado la enfermedad del SIDA como una amenaza para la seguridad nacional
— El Gobierno de Estados Unidos considera que la extensión del SIDA en el mundo, y sobre todo en África, representa una amenaza para su seguridad nacional
— Por primera vez, Washington considera una enfermedad infecciosa como amenaza para la seguridad del país
— Un informe advierte de que el mal puede causar guerras y derrocar gobiernos
— La incidencia del SIDA es una amenaza para la estabilidad y la democracia del continente africano, según la ONU
— El 10 por ciento de la población de Sudáfrica, la principal economía de la región, es portadora del virus del SIDA
— África subsahariana se enfrenta a una catástrofe demográfica, Estados Unidos ha incluido por primera vez al SIDA entre las amenazas que afectan a la estabilidad internacional y piensa hacer de la lucha contra esta enfermedad uno de los objetivos de su política exterior en el futuro
— EI Consejo Nacional de Seguridad, uno de los principales órganos de la diplomacia norteamericana, aplicará esta nueva estrategia contra una plaga que, según asegura en sus informes, puede derrocar a gobiernos, intensificar las luchas étnicas e impedir la creación de una economía de mercado en las democracias extranjeras
— Ésta es la primera vez que se considera a una enfermedad entre las amenazas a la seguridad nacional, en la misma categoría que el terrorismo
— De momento, el mayor peligro radica en África. La enfermedad que a principios de los ochenta se llamó de las tres H (homosexuales, heroinómanos y hemofílicos) ha pasado a ser de la doble A (africanos ahora, asiáticos después).

Precisamente, la noticia del omnipresente The Washington Post coincidió también con la marcha de la comunidad gay que se celebra todos los años en la capital norteamericana, comunidad a la que hay que seducir para las próximas elecciones con estos planteamientos. Hay tan sólo seis meses por delante antes de las elecciones de noviembre.

Los artículos anteriormente mencionados dejan claro que el gobierno norteamericano ha adoptado esta decisión basándose en estudios realizados por sus servicios de inteligencia. Por ejemplo:

Un reciente informe del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. ha clasificado formalmente el SIDA como una amenaza a la seguridad del país. El informe apuntaba a que la expansión del SIDA puede tener consecuencias catastróficas para la estabilidad de gobiernos, especialmente en África y en Asia.

Según el informe de los servicios de inteligencia norteamericanos, esta situación agravará todavía más a las clases pobres, a menudo también a las clases medias, y producirá una masa enorme de huérfanos desamparados, expuestos a la explotación y la radicalización.

Algunos párrafos de los artículos dan otras pistas para comprender estas declaraciones:

La mayor dificultad reside en coordinar las políticas, a veces contradictorias, de sus departamentos: facilitar la comercialización de medicamentos contra el SIDA (una discreta alusión a que el presidente se ha convertido en un vendedor del fármaco asesino AZT, que Sudáfrica se niega acertadamente a dar a su población), intentar mejorar las relaciones comerciales con Sudáfrica, considerado como un país susceptible de violar la propiedad intelectual de las compañías farmacéuticas norteamericanas.

(Es decir, que Sudáfrica se está rebelando contra la dictadura y el monopolio de las multinacionales).

Aparte de esta última alusión, en ninguno de los artículos aparece una relación con lo que está sucediendo en Sudáfrica.

Pero está claro que la declaración es directamente amenazadora para Sudáfrica y, en general, para todos los que se aparten de la hipótesis ortodoxa.

A pesar de esta avalancha de críticas, insultos y amenazas orquestados a nivel internacional, el presidente de Sudáfrica siguió valientemente adelante con su congreso alternativo.

El tema de las amenazas a la seguridad nacional es importante. En el Washington Post se dice: Hasta ahora, esta consideración había estado reservada a cuestiones como el terrorismo. Esto es falso. Documentos del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos elaborados entre 1974 y 1977 declararon que el crecimiento de la población en el tercer mundo era también un asunto de seguridad nacional (revista Mondo e Misione, Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras, diciembre 1991; según se publicó en EIR, volumen 9, número 1, 15 enero 1992).

En este número tenéis un artículo que contiene algunas claves para entender cómo se ha inventado la epidemia y por qué. Recordemos aquí un detalle. En 1988, un documento del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, con el título Tendencias demográficas mundiales hasta el año 2010: implicaciones para la seguridad estadounidense, reafirma que el crecimiento de la población del Tercer Mundo es una de las grandes amenazas a la seguridad nacional de los Estados Unidos, y también menciona al SIDA con la esperanza de que la epidemia ayude a ponerle remedio.

Paradójicamente, este documento considera la epidemia de SIDA no como algo a eliminar (como oficialmente se pretende), sino como un maná y una de las soluciones al problema demográfico.

La paradoja es sólo aparente: es una prueba de la hipocresía de la política norteamericana, que pretende eliminarlo. Contradice las ideas que difunden los medios de comunicación y las recientes declaraciones del presidente de los Estados Unidos.

El invento de la epidemia de SIDA en el tercer mundo es parte de la estrategia del control demográfico y del eugenismo que viene practicándose desde principios de siglo.

El SIDA es una enfermedad de diseño por definiciones fraudulentas, especialmente en África (ver nuestro artículo en este mismo número sobre cómo se inventa una epidemia).

Las hipócritas declaraciones del presidente de los EE.UU., respaldadas por los documentos de la CIA, defienden el modelo de la hipótesis oficial del SIDA para seguir perpetuando la política asesina y eugenista que les imponen los detentadores del poder mundial.

Una vez más, el actor-payaso de turno elegido como presidente de los Estados Unidos, Clinton, con sus últimas declaraciones, se hace eco de la función de su país: ser el perro guardián del orden, de los intereses de las multinacionales y de los banqueros.

Su significado nos parece que es grave: ladra, con absurdos mensajes impresentables científicamente sobre una epidemia de SIDA inventada desde su país. Pero también amenaza a África y a todo el tercer mundo con que si no se someten a la hipótesis ortodoxa del SIDA diseñada en USA serán considerados como un peligro, como agresores de la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Algo evidentemente surrealista.

Pero, desgraciadamente, tenemos en la historia ejemplos anteriores de lo que pasa cuando se amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos. A partir de la definición de peligro para la seguridad nacional y con su excusa, todo se justifica. Hay precedentes trágicos: las campañas de esterilización masivas en el tercer mundo, invadir Vietnam o Granada, destruir Nicaragua, los bloqueos a Cuba y a Vietnam, etc.

Sin necesidad de desembarcar los marines en Sudáfrica, sabemos que el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, y el Fondo Monetario Internacional, como gerentes de los propietarios del Orden, tienen poderosos argumentos económicos disuasorios.

Por eso, la actitud del presidente de Sudáfrica ha motivado en cuestión de días una respuesta amenazante de los Estados Unidos aconsejada por la CIA.

Los responsables del orden mundial y de los programas de eugenismo y despoblación tienen buenas razones para inquietarse, cuando una de sus más modernas y refinadas estrategias, la falsa epidemia de SIDA en el tercer mundo, está siendo desvelada por los propios países a los que se dirige. Por eso ha elaborado una amenaza difundida por todos los serviles medios de comunicación.

Felicitamos al presidente de Sudáfrica por su valentía al enfrentarse a los poderes multinacionales y a sus perros guardianes. Le felicitamos por su apertura al atreverse a celebrar un congreso alternativo de los científicos disidentes en mayo del 2000 y haber previsto otro en julio [de 2000], justo antes del Congreso Mundial del SIDA, que se celebrará el 7 de julio [de 2000] en Durban (costa este de Sudáfrica). Informaremos de todo ello en nuestro próximo número.

Deseamos que la actitud del presidente de Sudáfrica se extienda a todos los países del tercer mundo. Con nuestros limitados medios de comunicación, les ayudaremos en esta dirección.

Rebajas en los tratamientos del SIDA

Un comunicado del programa contra el SIDA de las Naciones Unidas (UNAIDS, por sus siglas en inglés) anuncia que cinco laboratorios acordaron el jueves 9 mayo del 2000 rebajar precios de medicamentos contra el SIDA con destino a África y otros países en vías de desarrollo. Por supuesto, todos los medios de comunicación han dedicado páginas enteras a alabar el ablandamiento de los corazones multinacionales.

Las caritativas multinacionales son Boehringer Ingelheim de Alemania, la suiza Roche, Merck and Co. de Estados Unidos, Bristol-Myers Squibb (que amenaza con extender sus rebajas a otros productos como Megace y Fungizone, para tratar infecciones relacionadas, lo que sugiere un interés económico) y Glaxo Wellcome de Inglaterra.

Esta última indicó que ofrecerá su producto Combivir a un precio de 2 dólares diarios en esos países, frente a 16,5 dólares por día en Estados Unidos.

Esto último nos da una idea de los beneficios que estas compañías obtienen con las ventas de sus productos, pues es evidente que las multinacionales no están ofreciéndolos a precios inferiores al coste.

Como, según la hipótesis oficial, más del 80 por ciento de las personas infectadas con el VIH viven en el África subsahariana, si los gobiernos aceptan comprar en las rebajas (y se les va a presionar para que lo hagan), el mercado que se abre a las abnegadas compañías farmacéuticas es inmenso.

Por otra parte, esta medida se inserta dentro de la estrategia de las amenazas a África que hemos comentado en este número.

Si los países africanos aceptan la última medida de chantaje de las multinacionales y tratan a la población con estos medicamentos tóxicos de saldo, conseguirán hacer realidad la epidemia: los africanos tendrán SIDA, pero adquirido por los fármacos inmunosupresores.

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