El sábado 1º de mayo amaneció nublado y con 3ºC de temperatura. El ARA General Belgrano completó en horas de la mañana el reabastecimiento de combustible que había quedado interrumpido la tarde anterior. 

Al mediodía el crucero y los dos destructores iniciaron la navegación hacia el Este para cumplir la misión asignada en acercamiento a la flota británica, mientras el petrolero Puerto Rosales quedó estacionado en la Isla de los Estados. 
A las 14 horas, quedó atrás esa isla y fue la punta del Cabo San Juan el último pedazo de tierra argentina que se divisó desde los buques. En ese inhóspito lugar existió un faro construído en 1884, por la visión del Tte. Coronel de Marina Luis Piedra Buena. Era el mismo faro en que se inspiró Julio Verne para su famosa novela "El Faro del Fin del Mundo". 

Antes que la noche se hiciera cómplice de lluvias y vientos, el helicóptero decoló de la toldilla para mirar más allá del horizonte. Si bien el crucero tenía radares cuyas emisiones llegaban a mas de 100 km, debían usarse en períodos de pocos segundos para disminuir la probabilidad que sus ondas fueran detectadas por el enemigo y se delatara su presencia. 

Esa tarde se acumularon varios mensajes operativos en la central de comunicaciones lo que fue un índice de decisiones importantes. 

La razón de la incursión hacia el Este obedeció finalmente a la orden de constituir el brazo sur de un ataque en pinza a realizar en las próximas horas, sobre las fuerzas británicas estacionadas al este de las Islas Malvinas.Otros buques argentinos entre los que estaba el portaaviones 25 de Mayo, conformaban el brazo norte de esa pinza. 

A bordo de los buques argentinos se tenía plena conciencia que en un encuentro con submarinos nucleares ingleses, las probabilidades de éxito disminuirían mucho. La velocidad en inmersión y la casi inagotable capacidad de permanecer sumergidos, les daban una superioridad imposible de contrarrestar con los medios patriotas. 

El submarino HMS Conqueror zarpó el 4 de abril de 1982 de Escocia y 15 días después arribó a las Islas Georgias. Realizó patrulla en la zona hasta el 28 de abril, en que se le ordenó dirigirse hacia un grupo de tareas argentino. 
En la noche del 30, cerca de Isla de los Estados, escuchó ruido de hélices en su sonar y esperó la luz del día para confirmar los blancos. 
En la mañana del 1º mayo observó con periscopio la figura inconfundible del Crucero ARA General Belgrano en plena tarea de reabastecimiento de un petrolero argentino. 
Pero "aún no tenía órdenes de lanzar sus torpedos" (sic). 
Se denominan submarinos nucleares no por llevar armas nucleares, sino porque el vapor de la turbina de propulsión es producida por una pila atómica. 

Las horas siguientes no fueron cómodas ni agradables para los tripulantes de los buques argentinos, en especial para quienes debían permanecer en puestos de combate a la intemperie, con sensación térmica de 10 ºC bajo cero y viento de 120 km/h. 

En la noche del sábado 1º de mayo el grupo de tareas pasó por el borde sur del Banco Burwood, con rumbo al Este, sin otra novedad que la severa vigilia. En el exterior sólo se percibían tenues resplandores de los diales de los cañones. La noche se presentó lluviosa y las olas de 8 metros de altura que saltaban sobre los buques complicaban el tránsito en las cubiertas superiores. 
Las 13.000 toneladas del C4 ayudaron para atenuar el vaivén del mar, lo que no ocurrió con los destructores, mucho más cortos, angostos y livianos. 
Al comenzar el día 2 de mayo, el comandante del Grupo 79.3 y comandante del crucero envió a los destructores un mensaje disponiendo adoptar a partir de las 05:30 hs, un rumbo en dirección a los buques enemigos. 

Representa la pantalla radar y los buques britanicos al costado de Malvinas. 
Cada milla de avance acortaba la distancia a los buques británicos de manera que las siguientes horas podrían llevar al enfrentamiento efectivo. Tambien se entraba en el alcance de los aviones Harriers de los portaaviones. 

Faltando poco para cumplirse el plazo fijado, en el crucero se recibió otro mensaje del Comando Superior que modificó la misión del grupo de tareas. Esa fue la razón de que a las 05:30 hs cambiaran el rumbo hacia el Oeste en dirección a un área de espera. 

Al amanecer se pudo observar un cielo con gruesos nubarrones que junto al barómetro que seguía bajando, indicaban que el mal tiempo se convertiría en temporal y mar de fondo. Eso no era extraño en el mar argentino austral, por el permanente pasaje de bajas presiones por el Drake y las profundidades de 3.000 a 5.000 metros en la zona. 

A media mañana del domingo 2 se salió del radio de acción de los aviones enemigos y se navegó con rumbo 290º con fuerte viento de proa. 

A los tripulantes les fue difícil saber si habían logrado el máximo nivel de rendimiento para enfrentar una grave crisis, porque no tenían espejo para mirarse, ni experiencia de combate para comparar situaciones. 
Por otra parte, la situación de desigualdad ante el enemigo seguramente les debería causar cierta rebeldía. Pero es posible que ambas condiciones les ayudaran para obtener una envidiable actitud tanto ofensiva como defensiva que los hechos posteriores permitieron constatar.     

 

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