El formato PDF, o mejor dicho, los libros electrónicos en formato PDF, existen desde hace muchos años. Es un formato universal y habitual para las imprentas, que los utilizan para la producción del libro en papel.
Los ordenadores y muchos otros aparatos electrónicos vienen, desde hace tiempo, con un CD ó DVD con los manuales y las guías de usuario en ficheros PDF. Desde luego, se pueden considerar libros electrónicos.
También desde hace años, se han escrito documentos o libros en formato Microsoft Word o cualquier otro procesador de textos del mercado, y también algunos lo llamaban libro electrónico.
Entonces, si llevan tanto tiempo, ¿por qué ahora se habla tanto del libro electrónico o ebook?
El motivo es que se refieren a los lectores de libros electrónicos o ebooks readers. Estos sí que están de moda. Salen nuevos modelos casi cada mes. Todos con tinta electrónica que no cansa a la vista ni necesita energía constante, o sea, lo contrario a una pantalla de ordenador, que necesita refrescarse constantemente. Además pesan muy poco y cada vez vienen con más memoria y capacidad de almacenamiento. Te permiten realizar anotaciones o marcas sobre los ebooks, y son fáciles de utilizar. Algunos modelos incluyen al comprarlo 50, 100 ó 150 libros, clásicos, ya sin derechos de autor, y en español y/o inglés. ¡Y aún se pueden cargar con muchos más!*.
Que salgan últimamente tantos lectores de ebooks tiene que ver con el hecho de que, después de varios años e intentos con otros formatos, como LIT, MOBI ó AZW, la industria entorno al libro digital se ha unido y apostado por el formato PDF y ePUB, principalmente éste último . Cualquier dispositivo lector que salga al mercado los debería soportar. Estos van a ser los formatos oficiales del libro electrónico.
¿Por qué son importantes los formatos PDF y ePUB? Porque, independientemente de las virtudes de cada uno, sobre ellos se han desarrollado una serie de aplicaciones en el mercado para proteger los derechos del sector (de autores, de editores, de libreros, etc.). Sobre los archivos de estos formatos es posible establecer un control digital que garantice su distribución. En inglés se llama DRM (Digital Rights Management).
Con la sombra de la reciente piratería en el sector musical, parecía lógico que hasta que no hubiese un software de garantía que controlase los derechos de autor no despegaría el libro electrónico o digital. Hay quienes piensan que los DRM retrasan al sector más que ayudan. Pero para los autores y editores, la inseguridad que genera la piratería es un freno. Una editorial que necesitase vender un mínimo de ejemplares de un libro para cubrir gastos, no podía poner esa obra en el mercado digital sin ningún tipo de protección. ¡Pero si piratean los libros físicos!
Se puede pensar lo que se quiera, pero ningún autor, y en general, casi nadie, realiza un trabajo de semanas o meses gratis. Si acaso, cuando el interés es para el currículum. O en el caso del editor, si tiene algún compromiso. Lo normal es que el autor escriba un libro y espere una retribución por su trabajo, mayor a más ventas. Igual que el editor, que produce la obra y espera, como mínimo, recuperar la inversión. En el caso del librero, que la da a conocer al público, si no la vende, solo le produce pérdidas. Pero bueno, es su labor saber filtrar todo lo que se produce en el mundo y saber llegar a sus clientes. En un futuro de ebooks, ¿qué será de las librerías?.
Por otra parte, la gente no quiere un aparato para leer unas novelas regaladas que casi todos han leído ya, y luego no poder descargarse el ebook de la última novela del escritor de moda. Aunque quizá de éste sí (caso de Stephen King), pero del segundo o tercer más vendido no, y así muchos más.
Y si hablamos de obras científicas o técnicas, pues casi igual. Aunque aquí algunos editores están más abiertos y ofrecen (mejor sería decir alquilan) sus contenidos a grandes plataformas universitarias, como www.e-libro.es . Queda que algunos disipen sus dudas y ofrezcan sus libros electrónicos uno a uno al público en general.
De cualquier forma, y una vez solucionado el problema del control de los derechos, ya sólo falta que el contenido en formato digital esté disponible a la venta al igual que lo está el libro físico. Los mismos libros que hay en las librerías en papel, también en electrónico. De esto se trata.
De esta forma, el usuario podría elegir qué formato desea. Ya tendrían más sentido los dispositivos lectores, pues ya se podrían cargar con las obras favoritas de cada uno. Y entonces seguro que crecería el mercado de los libros electrónicos. Crecería más que ahora, que crece mucho en tanto por ciento, pero los avances son todavía pequeños en proporción al volumen del libro físico.
El avance de todo lo digital es imparable, y a las nuevas generaciones les pesa todo lo que no entra en su iPhone, Blackberry o teléfono móvil. Sea el que sea. Esperemos que cada vez los hagan con la pantalla más grande para facilitar la lectura de libros. Sobre todo para aquellos a los que les pese llevar encima un lector electrónico.
JOSE LUIS SOLANO MARTINEZ es responsable de Proceso de Datos de Librerías Díaz de Santos.
*¿Tú cuántos libros llevarías encima si solo te pesan los bytes?