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Autor:
Queiroz, José María Eca de
Querol, Vicente Wenceslao
Quevedo Villegas, Francisco de
Quincey, Thomas de
Quiñones de Benavente, Luis
Quintana, Manuel José
Quiroga, Horacio
Quiroga, Horacio
(1878-1937)
Escritor uruguayo. Nació en Salto. Deportista y aficionado a las ciencias, funda la tertulia de Los tres mosqueteros y se inicia en las letras bajo el patrocinio de Leopoldo Lugones. Viaja a París en 1900 y hace una breve experiencia de la bohemia pobre. La mayor parte de su carrera transcurre en Argentina, donde llega a ser muy leído por sus cuentos publicados en revistas y recogidos en libro. Ejerce empleos consulares y la crítica de cine, y pasa largas temporadas en el medio rural de Misiones, en la frontera argentino-paraguayo-brasileña, ambiente del que tomará temas para sus narraciones. Su carrera se abre en la poesía, dentro del ámbito del modernismo, con Los arrecifes de coral (1901), obra sin mayor consecuencia. Una vida dramática, siempre cercana a la estrechez económica, matrimonios conflictivos, experiencias con el hachís y el cloroformo y el constante cerco del suicidio, alimentan su tarea cuentista, una de las más importantes de América. No le son ajenas las influencias de Rudyard Kipling, Joseph Conrad y, sobre todo, el magisterio de Edgar Allan Poe, por las atmósfera de alucinación, crimen, locura y estados delirantes que pueblan sus narraciones. A veces se remonta a escenas conjeturales de la vida prehistórica o mezcla, con extraña astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fábulas clásicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la civilización. Sus figuras de pioneros, de europeos abandonados en los confines de la selva, de cansados de la vida y de empresarios alocados, crean un mundo de intransferible personalidad, que no daña el habitual descuido de su redacción.
Se suicidó en Buenos Aires en 1937
Obras:
El crimen de otro (1904)
Historia de amor turbio (1908)
Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917)
Cuentos de la selva (1918)
El salvaje (1920)
Las sacrificadas (1929)
Anaconda (1921)
El desierto (1924),
Los desterrados (1926)
Pasado amor (1929)
Suelo natal (libro de lectura para niños, en colaboración con Leonard Glusberg)
Más allá (1935)
Titulo
A la deriva
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"El hombre pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yararacusú que arrollada sobre sí misma esperaba otro ataque. El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras."
Abeja haragana, La
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"Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo."
Alambre de púas, El
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Durante quince días el alazán había buscado en vano la senda por donde su compañero se escapaba del potrero. El formidable cerco, de capuera - desmontante que ha rebrotado inextricable-, no permitía paso ni aun a la cabeza del caballo. Evidentemente no era por donde el malacara pasaba. El alazán recorría otra vez la chacra trotando inquieto con la cabeza alerta. De la profundidad del monte, el malacara respondía a los relinchos vibrantes de su compañero, con los suyos cortos y rápidos, en que había, sin duda, una fraternal promesa de abundante comida. Lo más irritante para el alazán era que el malacara reaparecía dos o tres veces en el día para beber. Prometíase aquél entonces no abandonar un instante a su compañero y durante algunas horas, en efecto, la pareja pastaba en admirable conserva. Pero de pronto el malacara….
Almas Cándidas
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"Un matrimonio joven que vivía en el campo tuvo un perro inteligente, grande y bueno. Se llamaba León. Vigilaba la chacra próspera, arreaba los bueyes, era su grande amigo. Mucho le querían; y si a un perro así no se quiere, ¿a quién se va a tener cariño en este mundo?"
Amohadón de plumas, El
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"Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer."
Anaconda
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"Iba de caza. AI llegar a un cruce de senderos se detuvo, se arrolló prolijamente sobre sí misma removióse aún un momento acomodándose y después de bajar la cabeza al nivel de sus anillos, asentó la mandíbula inferior y esperó inmóvil. Minuto tras minuto esperó cinco horas. AI cabo de este tiempo continuaba en igual inmovilidad."
Anaconda, Cuentos Completos
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"Eran las diez de la noche y hacía un calor sofocante. El tiempo cargado pesaba sobre la selva, sin un soplo de viento. El cielo de carbón se entreabría de vez en cuando en sordos relámpagos de un extremo a otro del horizonte; pero el chubasco silbante del sur estaba aún lejos. Por un sendero de vacas en pleno espartillo blanco, avanzaba Lanceo¬lada con la lentitud genérica de las víboras. Era una hermosísima yarará, de un metro cincuenta, con los negros ángulos de su flanco bien cortados en sierra, escama por escama. Avanzaba tanteando la seguridad del terreno con la lengua, que en los ofidios reemplaza perfectamente a los dedos."
Ausencia de Merdeces, La
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"Hipólito Mercedes, del Ministerio de Hacienda, tenía veintisiete años cuando le aconteció su extraordinaria aventura. Era un muchacho grueso, muy rubio, de ojos irritados y parpadeantes, que usaba lentes porque era miope. Era bastante tímido, sus muslos rechonchos se rozaban hasta la rodilla, como los de las mujeres. Tenía la inteligencia circunscrita, a seme¬janza de las personas adictas a filosofar, y para colmo se llamaba Mercedes, como una hermana mía."
Balde, El
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"-¡Señora! -gritó la sirvienta sofocada aún por la rápida ascensión-: son del depósito de abajo. Están enojadísimos con los niños... han querido quemar todo. -¿Qué?, ¿quemar?, ¿qué?... Que suban. ¿Luisa? ¡Ah! ¡estos hijos! El dependiente estaba ya arriba."
Bebedores de Sangre, Los
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"Así estábamos hacía una semana, cuando de pronto los tigres desaparecieron. No se oyó un solo bramido más. En cambio, en el monte volvieron a resonar el balido del ciervo, el chillido del agutí, el silbido del tapir, todos los ruidos y aullidos de la selva. ¿Qué había pasado otra vez? Los tigres no desaparecen porque sí, no hay fiera capaz de hacerlos huir."
Bella y la bestia, La
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"He pensado mucho tiempo antes de dar este paso. No es la inconveniencia de un carteo anónimo, como pudiera creerse, lo que hasta hoy me ha contenido. A Dios gracias, estoy por encima de estas pequeñeces. Pero son las consecuencias del carteo lo que me inquieta. Por regla general, y para una mujer sensible, el hombre es mucho más peligroso escribiendo que hablando. Es diez veces más elocuente. Halla notas de dulzura que no sé de dónde saca. No impone con su presencia masculina. No mira: frente a una mujer agradable, la mirada del hombre más cauto es un insulto."
Buques suicidantes, Los
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"Resulta que hay pocas cosas más terribles que encontrar en el mar un buque abandonado. Si de día el peligro es menor, de noche el buque no se ve ni hay advertencia posible: el choque se lleva a uno y otro. Estos buques abandonados por a o por b navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento si tienen las velas desplegadas. Recorren así los mares, cambiando caprichosamente de rumbo. No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto han tropezado en su camino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta."
Cachorros de aguará-guazú, Los
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“Voy a cantarles ahora, chiquitos, la historia muy corta de tres cachorritos salvajes que asesiné -bien puede decirse-, llevado por las circunstancias. Hace ya algún tiempo, poco después del asunto con la serpiente de cascabel, que les conté con detalles, tres indios de Salta enfermos del chucho y castañeteando los dientes, los tres, llegaron a venderme tres cachorritos de aguará-guazú casi recién nacidos.”
Cámara oscura, La
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“Una noche de lluvia nos llegó al bar de las ruinas la noticia de que nuestro juez de paz, de viaje en Buenos Aires, había sido víctima del cuento del tío y regresaba muy enfermo.”
Cartas de un cazador
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"Las historias que aquí se van a contar son el relato de las cacerías de animales salvajes que efectuó un hombre con gran peligro de su vida, y que regresó por fin a Buenos Aires con el pecho y la espalda blancos de cicatrices, bien que tuviera la piel muy quemada por el sol."
Chanchos salvajes, Los
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"Éramos cuatro cazadores: don Silverio, Venturinha, Israel y yo. A decir verdad, sólo los tres primeros lo eran profesionales, todo lo profesional que puede ser un propietario de media hectárea de mandioca y tabaco, o peón, según las vicisitudes. Yo los acompañaba, nada más, y si mi amor al bosque es fuerte, mi urbanización suele depararme sorpresas encantadoras. De esta especie fue la que me acaeció cierto 14 de enero."
Chantaje, Un
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"El diario iba tan mal que una mañana sus propietarios se reunieron en consejo, a fin de poner término a aquello. Los dueños eran también sus redactores, cosa bastante rara: cuatro muchachos sin rastros de escrúpulos, que habían obtenido a fuerza de elocuencia un capital de cien mil pesos, ahora en riesgo inminente de desaparecer."
Cóndor, El
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“Al ver aquellos tres pichones con su pelusa gris, tomando juntos el sol moribundo, deseé cazarlos vivos para ofrecérselos a Onelli. Los pichones de aves carnívoras como los pirinchos y los cóndores, se crían muy bien en cautividad.”
Conductor rapido, El
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«Cierta mañana llegó al manicomio un hombre escuálido, de rostro macilento, que se tenía malamente en pie. Estaba cubierto de andrajos y articulaba tan mal sus palabras que era necesario descubrir lo que decía. Y, sin embargo, según afirmaba con cierto alarde su mujer al internarlo, ese maquinista había guiado su máquina hasta pocas horas antes».
Corto poema de María Angélica
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"Habiendo decidido cambiar de estado, uníme en matrimonio con María Angélica, para cuya felicidad nuestras mutuas familias hicieron votos imperecederos. Blanca y exangüe, debilitada por una vaga enfermedad en la cual -como coincidiera con el anuncio de nuestro matrimonio- nunca creí sino sonriendo, María Angélica llevó al nuevo hogar cierta melancolía sincera que en vez de deprimirnos hizo más apacibles nuestros aturdidos días de amor."
Crímen del otro, El
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"Cábeme la honra de contar la historia del caballero franco Brandimarte de Normandía, flor de la nobleza cristiana y vástago de una gloriosa familia. Su larga vida sin mancha, rota al fin, es tema para un alto ejemplo. Llamábanle a menudo Brandel. Hagamos un silencio sobre el galante episodio de su juventud que motivó este nombre, y que el alma dormida de nuestro caballero disfrute, aun después de nueve siglos, de esa empresa de su corazón."
Cuento para estudiantes
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"La disciplina usual quiere que el profesor tenga siempre razón, a despecho de cuanto de inmoral cabe en esto. Las excepciones fracasan casi siempre porque en ellas la cátedra reconoce su equivocación o ignorancia por concepto pedagógico -lo que no engaña nunca al alumno- y no por franca honradez."
Cuento para estudiantes (Quiroga)
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"La disciplina usual quiere que el profesor tenga siempre razón, a despecho de cuanto de inmoral cabe en esto. Las excepciones fracasan casi siempre porque en ellas la cátedra reconoce su equivocación o ignorancia por concepto pedagógico -lo que no engaña nunca al alumno- y no por franca honradez."
Cuentos de amor de locura y de muerte
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Era el martes de carnaval. Nébel acababa de entrar en el corso, ya al oscurecer, y mientras deshacía un paquete de serpentinas miró al carruaje de delante. Extrañado de una cara que no había visto en el coche la tarde anterior, preguntó a sus compañeros: –¿Quién es? No parece fea. –¡Un demonio! Es lindísima. Creo que sobrina, o cosa así, del doctor Arrizabalaga. Llegó ayer, me parece...
Cuentos de Horacio Quiroga
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Recopilación de los cuentos más conocidos y populares del autor.
Cuentos de la selva
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"Había una vez un hombre que vivía en Buenos Aires y estaba muy contento porque era un hombre sano y trabajador. Pero un día se enfermó, y los médicos le dijeron que solamente yéndose al campo podría curarse. El no quería ir porque tenía hermanos chicos a quienes daba de comer; y se enfermaba cada día más. Hasta que un amigo suyo, que era director del Zoológico, le dijo un día: -Usted es amigo mío, y es un hombre bueno y trabajador."
Cuentos de la selva (OE)
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Había una vez un hombre que vivía en Buenos Aires y estaba muy contento porque era un hombre sano y trabajador. Pero un día se enfermó, y los médicos le dijeron que solamente yéndose al campo podría curarse.
Cuentos no recopilados I
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"El cazador que tuvo el chucho y fue conmigo al barrero de Yabebiry, se llamaba Leoncio Cubilla. Desde días atrás presentía una recidiva, y co¬mo éstas eran prolongadas, esperamos una semana, sin novedad alguna, por suerte."
Defensa de la patria, La
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"Durante la triple guerra hispano-americana-filipina, la concentración de fuerzas españolas en las islas Luzón y Mindanao fue tan descuidada, que chuchos destacamentos quedaron aislados en el interior. Tal pasó con el del teniente Manuel Becerro y Borrás. Este, a principios de 1898, recibió orden de destacarse en Macolos. Llegaba de España, y Macolos es un mísero pueblo internado en las más bajas lejanías de Luzón."
Desierto, El
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"La canoa se deslizaba costeando el bosque, o lo que podía parecer bosque en aquella oscuridad. Más por instinto que por indicio alguno Subercasaux sentía su proximidad, pues las tinieblas eran un solo bloque infranqueable, que comenzaban en las manos del remero y subían hasta el cenit."
Destiladores de naranja, Los
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"El hombre apareció un mediodía, sin que se sepa cómo ni por dónde. Fue visto en todos los bolichea de Iviraromí, bebiendo como no se había visto beber a nadie, si se exceptúan Rivet y Juan Brown. Vestía bombachas de soldado paraguayo, zapatillas sin medias y una mugrienta boina blanca terciada sobre el ojo."
Dos Historias de Pájaros
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"-Yo le voy a contar a usted esto mismo -me dijo el plantador-: dos historias de pájaros. Después de ellas comprenderá usted en gran parte lo que está viendo. Lo que yo veía era un tendal de preciosos pajarillos, rigurosamente en¬venenados por el hombre que me hablaba. Sus cadáveres salpicaban como gotas de sangre toda la extensión de los almácigos de yerba."
El 2 y 8 número
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"Se trata de dos vidas sin interés, y la historia es sencilla, aunque el cambio de caracteres pueda sugerir fuertes ideas de complicación. El era en resumidas cuentas un artista de circo, sin porvenir, y ella no tenía familia alguna."
El compañero Ivan
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"Una fría tarde de septiembre cruzábamos con Isola la Chacarita. En una cruz de hierro, igual y tan herrumbrada como todas las demás, leí al pasar: IVAN BOLKONSKY Nada más. El apellido me llamó la atención, y se lo hice notar a Isola."
El retrato
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"La noche estaba oscura y sofocante. A pesar de los ventiladores el salón del "París" abrasaba y, dejando que la señorita del piano prosiguiera sus valses, salimos con Kelvin a la toldilla de popa. No había viento, pero la marcha del buque traía de proa bocanadas de aire. Muy lejos, al Oeste, el destello de Buenos Aires aclaraba el cielo, y de vez en cuando los arcos de la dársena fosforecían aún a flor de agua."
En un litoral remoto
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"Llamamos en la vida diaria literatura, a una serie de estados y aspiradones que tienen por base la belleza, y farsa consigo mismo. Así, el hombre indeciso, irresoluto, que se plantea día a día acciones enérgicas de las cuales sabe bien no es capaz, aspira en literatura."
Espectro, El
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"Todas las noches, en el Grand Splendid de Santa Fe, Enid y yo asistimos a los estrenos cinematográficos. Ni borrascas ni noches de hielo nos han impedido introducirnos, a las diez en punto, en la tibia penumbra del teatro. Allí, desde uno u otro palco, seguimos las historias del film con un mutismo y un interés tales, que podrían llamar sobre nosotros la atención, de ser otras las circunstancias en que actuamos."
Estación de amor, Una
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"...Nébel fijó entonces atentamente los ojos en la hermosa criatura. Era una chica muy joven aún, acaso no más de catorce años, pero ya núbil. Tenía, bajo el cabello muy oscuro, un rostro de suprema blancura, de ese mate y raso que es patrimonio exclusivo de los cutis muy finos. Ojos azules, largos, perdiéndose hacia las sienes entre negras pestañas. Tal vez un poco separados, lo que da, bajo una frente tersa, aire de mucha nobleza o de gran terquedad. Pero sus ojos, tal como eran, llenaban aquel semblante en flor con la luz de su belleza. Y al sentirlos Nébel detenidos un momento en los suyos, quedó deslumbrado..."
Europa y América
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“Salvador Pedro, cura italiano de familia española, tuvo al llegar a Dolores de Buenos Aires una honda tribulación. Justo es creer que un espíritu más educado que el suyo hubiera previsto mejor ese golpe a la Sacra Iglesia y su justiciera intervención. Sobre todo ¡qué impiedad! La fiebre, que esa noche le tuvo en cama después de su desastre, llenóse de muchachas y muchachos de su pueblo natal que iban a consultarle en diarias conturbaciones que él aplacaba, como así debía ser. Y aquí, en esta América de crimen, ¡cielo santo!”
Fabricantes de carbón, Los
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"Los dos hombres dejaron en tierra el artefacto de cinc y se sentaron sobre él. Desde el lugar donde estaban, a la trinchera, había aún treinta metros y el cajón pesaba. Era esa la cuarta detención -y la última-, pues muy próxima la trinchera alzaba su escarpa de tierra roja."
Fantasía nerviosa
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“Juan era de un temperamento nervioso, fatalmente inspirado, y cuyas acciones a fuerza de rápidas e ineludibles, marcaban una inconsciencia rígida en el cerebro que había desprendido la concepción. Su ser cuadraba una neurosis superior, completa, honda, ardiente, sanguíneamente atávica. Era acaso el sentenciado de una antigua y anónima epopeya de sangre, cuyas estrofas de rubí goteaban sobre su destino.”
Flor de imperio
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"Antonio Fatal se casó en 1881, y de su matrimonio tuvo dos hijos: Divina (el nombre de la madre) y Rubén, la primera de los cuales murió en temprana edad, arrebatada por el río. Rubén lloró largamente la desaparición de su hermana. ¿Quién le acompañaría a buscar las primeras flores de primavera, para las que era tan fresca la cabeza de Divina? ¿Quién como ella, se acordaría de encerrar con el mal tiempo a los pequeños pavorreales que no podían soportar la lluvia?"
Gallina degollada, La
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"Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Tuvo asimismo que consolar, sostener sin tregua a Berta, herida en lo más profundo por aquel fracaso de su joven maternidad."
Galpón, El
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"Si se debiera juzgar del valor de los sentimientos por su intensidad, ninguno tan rico como el miedo. El amor y la cólera, profundamente trastornantes, no tienen ni con mucho la facultad absorbente de aquél, siendo éste por naturaleza el más íntimo y vital, pues es el qué mejor defiende la vida. Instinto, lógica, intuición, todo se sublima de golpe. El frío medular, la angustia relajadora hasta convertir en pasta inerte nuestros músculos, lo horrible inminente, nos dicen únicamente que tenemos miedo, miedo; esto solo basta."
Gama ciega, La
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"Había una vez un venado -una gama- que tuvo dos hijos mellizos, cosa rara entre los venados. Un gato montés se comió a uno de ellos, y quedó sólo la hembra. Las otras gamas, que la querían mucho, le hacían siempre cosquillas en los costados."
Gerente, El
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"Preso y en vísperas de ser fusilado!... ¡Bah! Siento, sí, y me duele en el alma este estúpido desenlace; pero juro ante Dios que haría saltar de nuevo el coche si el gerente estuviese dentro. ¡Qué caída! Salió como de una honda de la plataforma y se estrelló contra la victoria. ¡Qué le costaba, digo yo, haber sido un poco más atento, nada más! Sobre todo, bien sabía que yo era algo más que un simple motorman, y esta sola consideración debiera haberle parecido de sobra."
Globo de fuego, El
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"...Me agradó en seguida, a pesar de su cara sin gracia. Mi mujer tiene la cara menos graciosa que se puede concebir. Lo que me sedujo en ella fue la tranquilidad de su alma, y su metal de voz lleno de bondad. A pesar de esto, no tuve el menor pudor en expresarme así a un amigo que me había visto rendido con ella..."
Guantes de goma, Los
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"El individuo se enfermó. Llegó a la casa con atroz dolor de cabeza y náuseas. Acostóse en seguida, y en la sombría quietud de su cuarto sintió sin duda alivio. Mas a las tres horas aquello recrudeció de tal modo que comenzó a quejarse a labio apretado. Vino el médico, ya de noche, y pronto el enfermo quedó a oscuras, con bolsas de hielo sobre la frente."
Guerra de los Yacarés
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"En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían peces, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo peces. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el agua cuando había noches de luna."
Haschich, El
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"En cierta ocasión de mi vida tomé una fuerte dosis de haschich que me puso a la muerte. Voy a contar lo que sentí: 1° para instrucción de los que no conocen prácticamente la droga; 2° para los apologistas de oídas del célebre narcótico. La cuestión pasó en 1900..."
Hijo, El
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"Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza plenamente abierta, se siente satisfecha de sí. Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la naturaleza."
Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre
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"Había una vez un coatí que tenía tres hijos. Vivían en el monte comiendo frutas, raíces y huevos de pajaritos. Cuando estaban arriba de los árboles y sentían un gran ruido, se tiraban al suela de cabeza y salían corriendo con la cola levantada."
Historia de un amor turbio
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Una mañana de abril Luis Rohán se detuvo en Florida y Bartolomé Mitre. La noche anterior había vuelto a Buenos Aires, después de año y medio de ausencia. Sentía así mayor el disgusto del aire maloliente, de la escoba matinal sacudiendo en las narices, del vaho pesadísimo de los sótanos de las confiterías.
Historia del Estilicón
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"Esa noche llegó mi gorila. Habían sido menester cinco cartas seguidas para obtener el cumplimiento de la promesa que arranqué a mi amigo en vísperas de su gran viaje. Iba a Camarones, quería ver las grandes selvas, las llanuras amarillas, las noches estrelladas y sofocantes que brillan impávidas sobre cabezas (le negros. ¿Cómo maniobró aquel perfecto loco para no dejar la vicia entre una turba de traficantes, cuarenta leguas más allá de las últimas factorías? No lo sé."
Hombre artificial, El
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"La rata yacía inmóvil, patas arriba, entre las blancas manos de Donissoff. Los tres hombres, con la respiración suspendida, estaban doblados sobre el animal tendido en la mesa."
Hombre muerto, El
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"El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla."
Hombres hambrientos, Los
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..."Miramos con mayor atención a quien hablaba. Hallábase, en efecto, en estado atroz de flacura. Por debajo de la camiseta nos enseñaba sus costillas, mientras nos observaba con desvarío. Un gran fuego de exasperación lucía en sus ojos de hambriento, y las palabras lanzábanse precipitadamente de su boca."
Idilio
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"Samuel era un muchacho a quien sus múltiples conquistas habían dado un nombre en las lides de amor. No tenía oficio: a veces hacía el lisiado, el ciego, cualquier cosa que excitara compasión. Sus triunfos amorosos estaban en relación con su vida; muchachas abandonadas, vendedoras de diarios, ex sirvientas caídas como un trapo en medio de la calle."
Igualdad en tres actos, La
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"La regente abrió la puerta de clase y entró con una nueva alumna. -Señorita Amalia -dijo en voz baja a la profesora-. Una nueva alumna. Viene de la escuela trece... No parece muy despierta. La chica quedó de pie, cortada. Era una criatura flaca, de orejas lívidas y grandes ojos anémicos."
Infierno artificial, El
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"Las noches en que hay luna, el sepulturero avanza por entre las tumbas con paso singularmente rígido. Va desnudo hasta la cintura y lleva un gran sombrero de paja. Su sonrisa, fija, da la sensación de estar pegada con cola a la cara. Si fuera descalzo, se notaría que camina con los pulgares del pie doblados hacia abajo."
Insolación, La
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"El cachorro Old salió por la puerta y atravesó el patio con paso recto y perezoso. Se detuvo en la linde del pasto, estiró al monte, entrecerrando los ojos, la nariz vibrátil, y se sentó tranquilo. Veía la monótona llanura del Chaco, con sus alternativas de campo y monte, monte y campo, sin más color que el crema del pasto y el negro del monte."
Juan Darién
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"Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crió y educó entre los hombres, y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela vestido de pantalón y camisa, y dio sus lecciones correctamente, aunque era un tigre de las selvas; pero esto se debe a que su figura era de hombre, conforme se narra en las siguientes líneas."
Juan Polti, Half-Back
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"Cuando un muchacho llega, por a o b, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremisiblemente. Es un paraíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, que después se encuentra en la lista de defunciones."
Julietas, Las
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"Cuando el matrimonio surge en el porvenir de un sujeto sin posición, este sujeto realiza proezas de energía económica. Triunfa casi siempre, porque el acicate es su amor, vale decir horizonte de responsabilidad o en total respeto de sí mismo. Pero si el estimulante es el amor de ella, las cosas suelen concluir distintamente."
Junto a la madre muerta
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"-Si le parece, vamos un momento a Mompox. Ha muerto la madre de un amigo a quien estimo realmente. Eran las cuatro de la mañana y nos habíamos detenido momentáneamente en una esquina para separarnos."
Las medias de los flamencos (CU)
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Llamado, El
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"Yo estaba esa mañana, por casualidad, en el sanatorio, y la mujer había sido internada en él cuatro días antes, en pos de la catástrofe. -Vale la pena -me dijo el médico a quien había ido a visitar- que oiga usted el relato del accidente. Verá un caso de obsesión y alucinación auditivas como pocas veces se presentan igual."
Lobisón, El
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“Una noche en que no teníamos sueño, salimos afuera y nos sentamos. El triste silencio del campo plateado por la luna se hizo al fin tan cargante que dejamos de hablar, mirando vagamente a todos lados. De pronto Elisa volvió la cabeza"
Lobo de Esopo, El
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"Era un magnífico animal, altísimo de patas, y flaco, como conviene a un lobo. Sus ojos, normalmente oblicuos, se estiraban prodigiosamente cuando montaba en cólera. Tenía el hocico cruzado de cicatrices blanquecinas. La huella de su pata encendía el alma de los cazadores, pues era inmensa. La magnífica bestia vivió la juventud potente, empapada en fatiga y sangre, que es patrimonio de su especie, y durante muchos años sus grandes odios naturales fueron el perro y el hombre."
Loro pelado, El
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"Había una vez una bandada de loros que vivía en el monte. De mañana temprano iban a comer choclos a la chacra, y de tarde comían naranjas. Hacían gran barullo con sus gritos, y tenían siempre un loro de centinela en los árboles más altos, para ver si venía alguien."
Los cuentos de mis hijos (Ilustrado)
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Los mejores cuentos infantiles del autor ilustrados. Obra solamente disponible en formato PDF.
Machito, El
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"Cuando dos recién casados comprenden que han cumplido la misión encomendada, recurren -respecto del ser en formación- a palabras de cómica gravedad: el infante... el heredero... el hombrecito. Estas expresiones, bien se ve, son dictadas por la dicha de tener el primer hijo."
Madre de Costa, La
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"Un hombre casado se debe a su mujer; pero un soltero sin familia, a su dueña de casa. Abalcázar Costa -en provincias hay siempre nombres raros- vino de la suya con excelentes notas en bachillerato y escaso dinero."
Mancha Hiptálmica, La
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"—¿Qué tiene esa pared? Levanté también la vista y miré. No había nada. La pared estaba lisa, fría y totalmente blanca. Sólo arriba, cerca del techo, estaba oscurecida por falta de luz. Otro a su vez alzó los ojos y los mantuvo un momento inmóviles y bien abiertos, como cuando se desea decir algo que no se acierta a expresar."
Más alla
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"Yo estaba desesperada—dijo la voz—. Mis padres se oponían rotundamente a que tuviera amores con él, y habían llegado a ser muy crueles conmigo. Los últimos días no me dejaban ni asomarme a la puerta. Antes, lo veía siquiera un instante parado en la esquina, aguardándome desde la mañana. ¡Después, ni siquiera eso!"
Media de los flamencos, La
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"Cierta vez las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los flamencos, y a los yacarés y a los peces. Los peces, como no caminan, no pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola."
Meningistis y su sombra, La
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No vuelvo de mi sorpresa. ¿Qué diablos quiere decir la carta de Funes, y luego la charla del médico? Confieso no entender una palabra de todo esto. He aquí las cosas. Hace cuatro horas, a las siete de la mañana, recibo una tarjeta de Funes, que dice así; Estimado amigo: Si no tiene inconveniente, le ruego que pase esta noche por casa. Si tengo tiempo iré a verlo antes. Muy suyo. Luís María Funes Aquí ha comenzado mi sorpresa. No se invita a nadie, que yo sepa, a las siete de la mañana para una presunta conversación en la noche, sin un motivo serio. ¿Qué me puede querer Funes? Mi amistad con él es bastante vaga, y en cuanto a su casa, he estado allí una sola vez. Por cierto que tiene dos hermanas bastante monas.
Mensú, Los
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“Cayetano Maidana y Esteban Podeley, peones de obraje, volvían a Posadas en el Sílex con quince compañeros. Podeley, labrador de madera, tornaba a los nueve meses, la contrata concluida y con pasaje gratis por lo tanto. Cayé -mensualero- llegaba en iguales condiciones, mas al año y medio, tiempo que había necesitado para cancelar su cuenta.”
Mi cuarta septicemia (Memorias de un estreptococo)
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“Tuvimos que esperar más de dos meses. Nuestro hombre tenía una ridícula prolijidad aséptica que contrastaba cruelmente con nuestra decisión. ¡Eduardo Foxterrier! ¡Qué nombre! Esto fue causa de la vaga consideración que se le tuvo un momento. Nuestro sujeto no era en realidad peor que los otros; antes bien, honraba la medicina en la cual debía recibirse- con su bella presunción apostólica….”
Miel silvestre, La
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"Tengo en el Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a sus doce años, y a consecuencia de profundas lecturas de Julio Verne, dieron en la rica empresa de abandonar su casa para ir a vivir al monte. Este queda a dos leguas de la ciudad."
Moscas, Las
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"Al rozar el monte, los hombres tumbaron el año anterior este árbol, cuyo tronco yace en toda su extensión aplastado contra el suelo. Mientras sus compañeros han perdido gran parte de la corteza en el incendio del rozado, aquél conserva la suya casi intacta. Apenas si a todo lo largo una franja carbonizada habla muy claro de la acción del fuego."
Muerte de Isolda, La
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En este cuento impera el amor... Un amor, pues, que puede desembocar en la muerte, pero no termina sino se perpetúa en ella. Ese amor la vence, hace realidad el supremo sueño humano de los amantes y su amor: la eternidad.
Muerte del canario, La
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"Rubia, un poco delgada -no mucho- las mejillas arrebatadas en un rojo vivo de camelia, la alegría de Blanca era el encanto de la casa. Sus carcajadas, que habían conservado de la niñez ese ligero timbre de cristal que tiene la voz de las muñecas, eran siempre inopinadas; la madre hacía severas señas y el padre perdonaba sonriendo."
Mujercitas, Las
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"Por ejemplo, mi chica mayor, de cinco años, se entretuvo toda la tarde de ayer en remover los cajones del fondo, martirizando a un sapo. Sí, señora, mi mujer dice igualmente que ése es un juego, y a ella también le parece mentira lo que digo. Está convencida de que yo calumnio a mis hijos, y de que pocas veces se habrá visto un hombre más injusto que yo. Recuerde, sin embargo, la mínima parte de sus cosas. Hasta podría hacerse en cuentitos. Vea, por ejemplo: El nene recibe un paquete, y toda la gracia del regalo está en la sonrisita y la mirada que aquél deja caer sobre su hermano."
Noche de Edén, Una
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"No hay persona que escriba para el público que no haya tenido algu¬na vez una visión maravillosa. Yo he gozado por dos veces de este don. Yo vi una vez un dinosaurio, y recibí otra vez la visita de una mujer de seis mil años. Las palabras que me dirigió, después de pasar una noche entera con¬migo, constituyen el tema de esta historia."
Nuestro primer cigarro
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"Ninguna época de mayor alegría que la que nos proporcionó a María y a mí nuestra tía con su muerte. Lucía volvía de Buenos Aires, donde había pasado tres meses. Esa no¬che, cuando nos acostábamos, oímos que Lucía decía a mamá: -¡Qué extraño!... Tengo las cejas hinchadas."
O uno u otro
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"-¿Por qué no te enamoras de nosotras? Zum Felde miró atentamente uno tras otro a los cuatro dominós que habiéndolo notado solo, acababan de sentarse en el sofá, compadecidos de su aislamiento. Zum Felde colocó su silla frente a ellas. Pero como hubiera respondido que posiblemente no sabía qué hacer, un dominó concluía de lanzar aquella pregunta con afectuosa pereza."
Ojos sombríos, Los
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"Después de las primeras semanas de romper con Elena, una noche no pude evitar asistir a un baile. Hallábame hacía largo rato sentado y aburrido en exceso, cuando julio Zapiola, viéndome allí, vino a saludarme. Zapiola es un hombre joven, dotado de rara elegancia y virilidad de carácter. Lo había estimado muchos años atrás, y entonces volvía de Europa, después de larga ausencia..."
Otros cuentos (Horacio Quiroga)
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Selección de varios de los mejores cuentos del autor.
Para estudiar el asunto
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"No ha habido probablemente empresa más contrariada en sus principios que la Hidráulica Continental de Luz, Calefacción y Fuerza motriz. Ya se ve: un rival ele ese calibre perjudicaba en lo más hondo de sus estatutos a todas las compañías existentes nacionales o transatlánticas, de gas o electricidad."
Para noche de insomnio
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“A todos nos había sorprendido la fatal noticia; y quedamos aterrados cuando un criado nos trajo -volando- detalles de su muerte. Aunque hacía mucho tiempo que notábamos en nuestro amigo señales de desequilibrio, no pensamos que nunca pudiera llegar a ese extremo. Había llevado a cabo el suicidio más espantoso sin dejarnos un recuerdo para sus amigos. Y cuando le tuvimos en nuestra presencia, volvimos el rostro, presos de una compasión horrorizada.”
Paso del Yabebirí, El
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"En el río Yabebirí, que está en Misiones, hay muchas rayas, porque «Yabebirí» quiere decir precisamente «Río-de-las-rayas». Hay tantas, que a veces es peligroso meter un solo pie en el agua. Yo conocí un hombre a quien lo picó una raya en el talón y que tuvo que caminar rengueando media legua para llegar a su casa: el hombre iba llorando y cayéndose de dolor. Es uno de los dolores más fuertes que se puede sentir."
Peón, Un
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"Una tarde, en Misiones, acababa de almorzar cuando sonó el cencerro del portoncito. Salí afuera, y vi detenido a un hombre joven, con el som¬brero en una mano y una valija en la otra. Hacía cuarenta grados fácilmente, que sobre la cabeza crespa de mi hombre obraba como sesenta. No parecía él, sin embargo, inquietarse en lo más mínimo. Lo hice pasar, y el hombre avanzó sonriendo y mirando con curiosidad la copa de mis mandarinos de cinco metros de diámetro, que, dicho sea de paso, son el orgullo de la región y el mío."
Perro rabioso, El
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"El 20 de marzo de este año, los vecinos de un pueblo del Chaco santafecino persiguieron a un hombre rabioso que en pos de descargar su escopeta contra su mujer, mató de un tiro a un peón que cruzaba delante de él. Los vecinos, armados, lo rastrearon en el monte como una fiera, hallándolo por fin trepado en un árbol, con su escopeta aún, y aullando de un modo horrible. Viéronse en la necesidad de matarlo de un tiro."
Pescadores de vigas, Los
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El motivo fue cierto juego de comedor que mister Hall no tenía aún, y su fonógrafo le sirvió de anzuelo. Candiyú lo vio en la oficina provisoria de la «Yerba Company», dónde mister Hall maniobraba su fonógrafo a puerta abierta. Candiyú, como buen indígena, no manifestó sorpresa alguna, contentándose con detener su caballo un poco al través ante el chorro de luz y mirar a otra parte. Pero como un inglés a la caída de la noche, en mangas de camisa por el calor y con una botella de whisky al lado es cien veces más circunspecto que cualquier mestizo, mister Hall no levantó la vista del disco. Con lo que, vencido y conquistado, Candiyú concluyó por arrimar su caballo a la puerta, en cuyo umbral apoyó el codo.
Pollitos, Los
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"Cuando Eizaguirre llegó a la chacra que acababa de comprar allá, hallóse con un campo raso y un rancho en el mayor abandono, sin otra cosa de estable que prodigiosa cantidad de vinchucas en los palos carco¬midos, y muchos piques en el suelo. Los informes del vendedor habían sido bien distintos."
Precursores, Los
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"Yo soy ahora, che patrón, medio letrado, y de tanto hablar con los catés y los compañeros de abajo, conozco muchas palabras de la causa y me hago entender en la castilla. Pero los que hemos gateado hablando guaraní, ninguno de esos nunca no podemos olvidarlo del todo, como vas a verlo en seguida."
Princesa bizantina, La
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"Cábeme la honra de contar la historia del caballero franco Brandimarte de Normandía, flor de la nobleza cristiana y vástago de una gloriosa familia. Su larga vida sin mancha, rota al fin, es tema para un alto ejemplo. Llamábanle a menudo Brandel. Hagamos un silencio sobre el galante episodio de su juventud que motivó este nombre, y que el alma dormida de nuestro caballero disfrute, aun después de nueve siglos, de esa empresa de su corazón."
Rayas, Las
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"...—"En resumen, yo creo que las palabras valen tanto, materialmente, como la propia cosa significada, y son capaces de crearla por simple razón de eufonía. Se precisará un estado especial; es posible. Pero algo que yo he visto me ha hecho pensar en el peligro de que dos cosas distintas tengan el mismo nombre."
Rea Silvia
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" Hay en este mundo naturalezas tan francamente abiertas a la vida que la desgracia puede ser para ellas el pañal en que se envuelven al nacer. Permítaseme esta ligera filosofía en honor a la crítica infancia de una criatura que nació lo para los más tormentosos debates de la pasión humana, y cuya vida pudo ser desgraciada como puede serlo el agua de los más costosos jarrones."
Regreso de Anaconda, El
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“Cuando Anaconda, en complicidad con los elementos nativos del trópico, meditó y planeó la reconquista del río, acababa de cumplir treinta años. Era entonces una joven serpiente de diez metros, en la plenitud de su vigor. No había en su vasto campo de caza, tigre o ciervo capaz de sobrellevar con aliento un abrazo suyo.”
Reproducción
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"Juan era un buen muchacho y amaba entrañablemente a María. Pedro sentía por ella el mismo afecto. Uno y otro, hace tiempo, la habían galanteado mucho, la habían querido mucho, y de esto hacía varios años. Ambos se presentaban de nuevo, llenos de amor, con una carrera formada, y con una larga historia de recuerdos que suscitarían en su presencia..."
Salvaje, El
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"Después de traspasar el Guayra, y por un trecho de diez leguas, el río Paraná es inaccesible a la navegación. Constituye allí, entre altísimas ba¬rrancas negras, un canal de doscientos metros de ancho y de profundidad insondable. El agua corre a tal velocidad que los vapores, a toda máquina, marcan el paso horas y horas en el mismo sitio."
Señorita leona, La
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"Una vez que el hombre, débil, desnudo y sin garras, hubo dominado a los demás animales por el esfuerzo de su inteligencia, llegó a temer por el destino de su especie. Había alcanzado ya entonces las más altas cumbres del pensamiento y de la belleza. Pero por bajo de estos triunfos exclusivamente mentales, obtenidos a costa de su naturaleza original, la especie se moría de anemia."
Serpiente de cascabel, La
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"La serpiente de cascabel es un animal bastante tonto y ciego. Ve apenas, y a muy corta distancia. Es pesada, somnolienta, sin iniciativa alguna para el ataque; de modo que nada más fácil que evitar sus mordeduras, a pesar del terrible veneno que la asiste..."
Siete palabras, Las
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"El adolescente abrió el sobre precipitadamente y leyó: "Carlos: todo ha concluido entre nosotros. Elvira". Súbitamente quedó helado y estuvo a punto de caerse, como si toda la vida de su ser, precipitándose de golpe en el corazón, le hubiera dejado vacío el cuerpo."
Siete y medio, El
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"Cuando el año pasado debí ir a Córdoba, Alberto Patronímico, muchacho médico, me dijo: -Anda a ver a Funes, Novillo y Rodríguez del Busto. Se les ha ocurrido instalar un sanatorio; debe de ser maravilloso eso. Entre todos juntos no reunieron, cuando los dejé el año pasado, mucho más de 15 o 20 pesos. No me explico cómo han hecho."
Solitario, El
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Kassim joyero de profesión, hombre de poco carácter y poco emprendedor lleva una vida de estrechecez junto a su bella y ambiciosa mujer, quien logra con su actitud desequilibrar a su esposo.
Suicidio de amor
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"¿Los hombres de ahora? ¡Bah! ¡Son incapaces del menor amor, del más pequeño amor! ¿Se ríe?... Y no vayamos muy lejos, señor Oyuela... ¿Cuántos meses me ha pretendido usted? -Pretendido... señorita... -Pongamos gustado... es lo mismo. Tal vez dos meses... uno por lo menos. ¿Y por qué no me "pretendió" realmente, como usted dice? -Porque usted no tiene fortuna."
Tacuara-Mansión
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“Frente al rancho de don Juan Brown, en Misiones, se levanta un árbol de gran diámetro y ramas retorcidas, que presta a aquél frondosísimo amparo. Bajo este árbol murió, mientras esperaba el día para irse a su casa, Santiago Rivet, en circunstancias bastante singulares para que merezcan ser contadas.”
Techo de incienso, El
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“En los alrededores y dentro de las ruinas de San Ignacio, la sub-capital del Imperio Jesuítico, se levanta en Misiones el pueblo actual del mismo nombre. Constitúyenlo una serie de ranchos ocultos unos de los otros por el bosque. A la vera de las ruinas, sobre una loma descubierta, se alzan algunas casas de material, blanqueadas hasta la ceguera por la cal y el sol, pero con magnífica vista al atardecer hacia el valle del Yabebirí.”
Tigre, El
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"Nunca vimos en los animales de casa orgullo mayor que el que sintió nuestra gata cuando le dimos a amamantar una tigrecita recién nacida. La olfateó largos minutos por todas partes hasta volverla de vientre; y por más largo rato aún, la lamió, la alisó y la peinó sin parar mientes en el ronquido de la fierecilla, que, comparado con la queja maullante de los otros gatitos, semejaba un trueno."
Tortuga gigante, La
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"Había una vez un hombre que vivía en Buenos Aires, y estaba muy contento porque era un hombre sano y trabajador. Pero un día se enfermó y los médicos le dijeron que solamente yéndose al campo podría curarse. El no quería ir, porque tenía hermanos chicos a quienes daba de comer; y se enfermaba cada día más."
Vampiro, El
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"En la primera entrevista con el hombre vi que tenía que habérmelas con un fúnebre loco. Al principio se obstinó en no responderme, aunque sin dejar un instante de asentir con la cabeza a mis razonamientos. Por fin pareció hallar en mí al hombre digno de oírle. La boca le temblaba por la ansiedad de comunicarse."
Van Houten
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"Lo encontré una siesta de fuego a cien metros de su rancho, calafatean¬do una guabiroba que acababa de concluir. -Ya ve -me dijo, pasándose el antebrazo mojado por la cara aun más mojada- que hice la canoa. Timbó estacionado, y puede cargar cien arrobas. No es como ésa suya, que apenas lo aguanta a usted. Ahora quie¬ro divertirme. -Cuando don Luis quiere divertirse -apoyó Paolo cambiando el pi¬co por la pala- hay que dejarlo. El trabajo es para mí entonces; pero yo trabajo a un tanto, y me arreglo solo. Y prosiguió paleando el cascote de la cantera, desnudo desde la cin¬tura hasta la cabeza, como su socio Van-Houten."
Voces queridas que se han callado, Las
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"Hay personas cuya voz adquiere de repente una inflexión tal que nos trae súbitamente a la memoria otra voz que oímos mucho en otro tiempo. No sabemos dónde ni cuándo; todo ello fugitivo e instantáneo, pero no por esto menos hondo."
Yaguaí
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"Ahora bien, no podía ser sino allí. Yaguaí olfateó la piedra –un sólido bloque de mineral de hierro y dio una cautelosa vuelta en torno. Bajo el sol de mediodía en Misiones, el aire vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno éste que no seducía al fox-terrier. Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. Giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio y, para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente. Hecho lo cual regresó con pasos perezosos, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados."
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