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Autor:
Eaton, George L.
Echagüe, Pedro
Echegaray, José
Echeverría, Esteban
Eckhart, Meister
Efremov, Iván
Eginardo
Eichendorff, Joseph von
Einstein, Albert
Eliot, George
Eluard, Paul
Emerson, Ralph Waldo
Engels, Federico
Enríquez Gómez, Antonio
Epicteto
Ercilla y Zúñiga, Alonso de
Escosura, Patricio de la
Esopo
Espinel, Vicente
Espinosa, Fernando V.
Espinosa, Pedro
Espronceda, José de
Esquilo
Estacio, Publio Papinio
Estébanez Calderón, Serafín
Eurípides
Eaton, George L.
()
Seudónimo de varios escritores entre los cuales se encuentran.
Titulo
Alas de la muerte, Las
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-¡Maldita sea mi estampa!-exclamó Shorty Hassfurther-. Es la cosa más extraña que he oído. Hallábanse en la sala de mandos del campo de aviación de Long Island, de Bill Barres, que ya empezaba a ser conocido internacionalmente. Red Gleason levantó los ojos con expresión irónica, aunque tenía un genio muy vivo. Todos querían a Shorty, quien a la sazón leía un periódico de la mañana. -¡Es extrañísimo!-anunció-. Esta es la segunda vez que alguien ha bombardeado una de las capitules de la América del Sur.
Alas del país de la nieve
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Bill Barnes se inclinó hacia delante en el asiento del piloto del gigantesco aeroplano de transporte completamente metálico, y miró a través del grueso cristal de la izquierda de la carlinga. Debajo del aparato se extendía una enorme masa de cúmulos. Más abajo no se divisaba siquiera la tierra, pues la ocultaba aquella espesa cortina blanca. Por arriba, el cielo aparecía como una enorme bóveda de color azul claro y el cálido sol de una mañana de junio se reflejaba en las esbeltas y metálicas alas del gigantesco aparato de transporte.
BILL BARNES. Alas del país de la nieve
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Bill Barnes se inclinó hacia delante en el asiento del piloto del gigantesco aeroplano de transporte completamente metálico, y miró a través del grueso cristal de la izquierda de la carlinga. Debajo del aparato se extendía una enorme masa de cúmulos.
BILL BARNES. El cráneo de diamante
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Se encontró una piedra en África del Sur. Era un diamante. Pero no un diamante vulgar y corriente, sino una piedra mayor que el famoso Culliman. Sin embargo, no era esto lo más extraordinario.
BILL BARNES. El fantasma de la niebla
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El vigía fue el primero en descubrirlo y su clara voz exclamó: -¡Aeroplano a babor! El primer oficial del Laconic, el enorme transatlántico que seguía su camino a través de la inmensa llanura del Atlántico, se volvió rápidamente hacia el lugar indicado y pudo ver el pequeño aeroplano.
BILL BARNES. La escuadrilla del Sahara
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En el barrio indígena de Túnez, y en una habitación tapizada, junto a la Rue Sidi Esserden, tres individuos conspiraban. El lugar donde se tramaba el complot se hallaba perdido en un laberinto de callejuelas, ya pasado el arco macizo de la Porte de France.
BILL BARNES. Las alas de la muerte
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-¡Maldita sea mi estampa!-exclamó Shorty Hassfurther-. Es la cosa más extraña que he oído. Hallábanse en la sala de mandos del campo de aviación de Long Island, de Bill Barres, que ya empezaba a ser conocido internacionalmente. Red Gleason levantó los ojos con expresión irónica, aunque tenía un genio muy vivo. Todos querían a Shorty, quien a la sazón leía un periódico de la mañana.
BILL BARNES. Los halcones del cráter
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-¡Malditas sean mis bujías! Shorty Hassfurther lanzó estas palabras en voz estridente y chillona a causa de la excitación que le dominaba. -¡Que me ahorquen si ese avión fantasma no vuela otra vez por encima de nosotros!
Caído de las alturas
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"A última hora de la tarde de un día de mayo de 1930, Bill Barnes apuntó la proa de su anfibio hacia un agujero que vió en las nubes, en el momento en que divisó por debajo de sus alas los alrededores de la ciudad de Miami, en la Florida."
Conspiración en el trópico
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Dirigible desaparecido, El
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Eran las once de la mañana; Goreli, en la Siberia del Norte, era una extensión ilimitada de nieve deslumbradora. El cielo parecía una enorme cúpula de color azul claro, en la que resplandecía un sol frío. El termómetro señalaba 36º bajo cero. El dirigible “Estrella del Norte” se elevó lentamente a quinientos metros desde el hangar cubierto de nieve. Su casco, en forma de cigarro, resplandecía a la luz del sol. La pequeña tripulación de tierra tenía los ojos fijos en las alturas.
El agente traidor
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" Empezaron los sucesos en la población de Westover, en el norte de Michigan. Aquel miércoles, por la tarde, llovía a torrentes, y el pequeño edificio de una planta y de una sola estancia, dedicado a estafeta de correos, estaba desierto de clientes. El viejo Patrón Murdock, jefe de correos, de cabellos canos, estaba sentado en la parte posterior, en un sillón de mimbre bastante estropeado."
El camino sangriento
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"Media docena de nubecillas de polvo, que eran avestruces corriendo, huían ante la caravana de lento paso. Elevábase el calor de las ardientes arenas del desierto, como de la boca de un horno de fundición. El único ruido que se oía allí era el roce de los pies de los camellos y el apagado susurro de la arena que, despacio, se dirigía hacia el Oeste, empujada por el ardoroso y seco viento."
El círculo llameante
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El cráneo de diamante
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El dirigible desaparecido
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El espectro negro
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"Sólo se aparecía de noche, como sombra fugitiva o hijo de las tinieblas. Llegaba sediento de poder y de venganza. Procedía de la región de las tumbas y estaba dotado de un poderío satánico. ¡Era el Espectro Negro! Su cuerpo cadavérico estaba envuelto en negro. Una amplia capa pendía de sus esqueléticos hombros y llegaba hasta el suelo, cuyo polvo barría; sus manos estaban ocultas por unos guantes negros y un capirote le cubría toda la cabeza. De aquel hombre no se veía más que los ojos, que se asomaban resplandecientes a través de los agujeros del antifaz."
El hombre azul
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"Yo debería, ya estar muerto, convertido en cenizas, entre los restos de un avión de carreras. Hace de eso cinco años. Pero por la bondad de Dios y gracias al valor de un hombre, puedo contarla todavía. Tengo contraída con ese hombre la mayor de las deudas... Mi vida. Se la debo hace ya cinco años y aún no me ha sido posible pagarle. Lo he intentado varias veces. Mi auxilio le habría sido eficaz en alguna ocasión, pero él ha frustrado todas mis tentativas."
El imperio secreto
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El Lanza de Plata ataca
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"Tres hombres estaban sentados en una de las habitaciones interiores de una suite del piso quince, en un alto edificio de la capital de la nación. En la puerta de entrada que daba al pasillo, estaba pintado un nombre: Liga del Aire del Futuro. "
El tesoro del dragón
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"El día 20 de febrero de 1940 comenzó para Bill Barnes con una sonrisa provocada por Sandy Sanders que tocaba la armónica. A las 7,30 a.m., el joven piloto de la organización Barnes debía salir en vuelo, a través del continente, hasta Hollywood, para su presentación como actor invitado en el “Programa de Pasatiempos”. Durante las últimas dos semanas todo el personal de Camp Barnes, en Long Island, había sido consciente de tal honor musical. Sandy había ensayado sin descanso."
Escorpión Negro
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Fantasma de la niebla, El
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El vigía fue el primero en descubrirlo y su clara voz exclamó: ¡ Aeroplano a babor! El primer oficial del Laconic, el enorme transatlántico que seguía su camino a través de la inmensa llanura del Atlántico, se volvió rápidamente hacia el lugar indicado y pudo ver el pequeño aeroplano.
Halcones del cráter, Los
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La bala de plata
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La escuadrilla de la tormenta
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La escuadrilla del Sahara
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-¡Maldita sea mi estampa!-exclamó Shorty Hassfurther-. Es la cosa más extraña que he oído. Hallábanse en la sala de mandos del campo de aviación de Long Island, de Bill Barres, que ya empezaba a ser conocido internacionalmente. Red Gleason levantó los ojos con expresión irónica, aunque tenía un genio muy vivo. Todos querían a Shorty, quien a la sazón leía un periódico de la mañana. -¡Es extrañísimo!-anunció-. Esta es la segunda vez que alguien ha bombardeado una de las capitules de la América del Sur.
La escuadrilla silenciosa
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"Taggart Bone ocupaba la cabecera de la mesa, magníficamente servida, del comedor de su yate Priscila, de sesenta metros de eslora y provisto de motores de aceite pesado. Las cuatro esposas de los altos funcionarios gubernamentales, sentadas en torno de la mesa, observaban, con la mayor envidia, el tacto y la habilidad con que Taggart Bone desempeñaba sus funciones de anfitrión. El menú era magnífico, los vinos excelentes y el servicio perfecto. Pero, además de todo eso, la conversación y el ingenio de Taggart Bone eran, realmente, brillantes."
La flor sangrienta
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La marca del buitre
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" Aquella habitación de hotel era pequeña y estaba pobremente amueblada; las paredes aparecían cubiertas de papel descolorido, en el que apenas se divisaban unas flores pintadas. Los marcos de la puerta y de la ventana mostraban numerosos lugares de los que ya había desaparecido la pintura. Una persiana, muy vieja, estaba corrida ante la ventana. A causa de la mala ventilación el ambiente era casi asfixiante. La luz del techo estaba apagada y la única iluminación que allí había corría a cargo de la lámpara metálica de la mesita de noche. En el círculo de luz rojiza proyectado por la pantalla, sobre la mesita, se veía un aparato telefónico, una pistola automática de color azulado y un reloj con delgada tapa de oro."
La muerte dorada
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"La sala que se encontraba en el subsuelo de una vieja casa en el lado oeste de Nueva York presentaba un aspecto lúgubre. Las paredes estaban cubiertas de negro mortuorio y la alfombra tenía el mismo tono de muerte. La única iluminación provenía de las llamas humeantes de los candelabros de hierro forjado."
Las cumbres de la cordillera
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" Bill Barnes estiró sus poderosos brazos y se pasó la mano alisando el espeso pelo rubio revuelto. Empujó atrás los zapatones color canela y se incorporó en la silla sobre la que estiraba su espalda. Su curtida cara bronceada se contrajo en una forzada mueca."
Los aviones piratas
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"Estaban dos hombres sentados a un velador de hierro, en la acera, ante el Hotel de la Paix, de la isla de la Martinica. Tras ellos, en el centro de la plaza, se erguía la estatua de mármol de la más famosa entre los naturales de la isla: la emperatriz Josefina. Rodeada de magníficas palmeras reales, la figura representada por la estatua parecía escuchar con tristeza y añoranza la música de la banda que tocaba a poca distancia de su pedestal."
Los Halcones del Cráter
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" -¡Malditas sean mis bujías! Shorty Hassfurther lanzó estas palabras en voz estridente y chillona a causa de la excitación que le dominaba. -¡Que me ahorquen si ese avión fantasma no vuela otra vez por encima de nosotros!"
Magia negra
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"Jaggar Mace sonreía al guardar nuevamente su pistola automática en la funda, es decir, que sus labios se contraían de un modo que podía tomarse por sonrisa. Pero sus ojos, verde grises, contradecían tal impresión, porque estaban entornados como los de un felino de la selva, que se dispone a matar y eran casi tan malignos y mal intencionados como los de la fiera."
Piratas de la estratosfera
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Sangre sobre Borneo
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