Pasado, Presente y Futuro de la literatura
infantil. Subversión animada
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Hay una verdad que hay que aceptar por dura que parezca: los
niños ya no leen. Más bien, los niños van
al cine. Si a veces se dice que "una imagen vale más
que mil palabras", con más razon cuando aquélla
tiene en su composición un colorido extremo y lo que es
mejor: sonido, lo cual resulta atractivo si el receptor es un
niño que ha crecido en una época en la cual las
tecnologías y los medios de comunicación se han
desarrollado bastante, que se ha ido acostumbrado a percibir un
entorno que cambia constantemente. Como lo ha sido el mundo literario.
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La pantalla le está comiendo terreno
al lector de papel y tinta
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Los temores de Roger Chartier se han hecho evidentes en los últimos
cinco años: la pantalla (libro electrónico en ciertos
casos, pero en el que nos atañe más bien una obra
adaptada al cine o a la televisión) poco a poco le está
comiendo terreno al lector de papel y tinta. La pantalla le simplifica
la vida, le resume la obra y hasta le añade características
únicas y exclusivas. Cada guionista agrega elementos que
muchas veces extrae de su propio entorno social y global.
A través de paginas en Internet, eventos y secciones en
algunos programas infantiles, últimamente se promueve entre
los niños el hábito de la lectura, aunque cabe señalar
que no faltan quienes también ofrecen entradas gratis para
ir al cine y artículos publicitarios de la película
de moda en el momento. De alguna u otra forma el cine y la literatura
se encuentran relacionados. En muchos casos, las obras infantiles
se han llevado a la pantalla con gran éxito gracias al
apoyo de un gran aparato publicitario.
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Las historias infantiles se han transformado con el paso de
los años. No es lo mismo escribir para un niño o
niña de principios del siglo XX que de finales de este
e inicio del XXI. Uno de los factores por el cual nos damos cuenta
del gran cambio que han sufrido las obras literarias en este período
es el guión mismo. Las situaciones que presenta ya no son
las mismas, antes eran un reflejo de una sociedad que a principios
de siglo se encontraba atormentada por el fantasma de la guerra:
historias en las cuales un personaje, masculino o femenino, salía
victorioso en un prueba ya fuera física o moral, algo que
pertenece al esquema narrativo de la tradición clásica,
es decir, aquello que sigue un mismo esquema y no cambia.
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No es lo mismo escribir para un niño
o niña de principios del siglo XX que de finales
de este e inicio del XXI
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Hay que aceptarlo: los padres, los adultos, imponen su punto
de vista, de lo cual puede deducirse que no sólo en la
literatura infantil, sino también en otras esferas, se
plasmó esta forma de pensar: los niños se veían
obligados a ir a la iglesia, a la escuela a la que sus padres
fueron también, a comer ciertos alimentos y a leer sólo
lo que se consideraba adecuado para ellos: Tom Sawyer,
Mujercitas, Alicia en el país de las maravillas,
por mencionar algunas obras que se pretendía fuesen infantiles,
ya que contaban con un protagonista que era un niño o un
adolescente.
Aun
así, las problemáticas presentadas no eran apropiadas
para la psicología del niño, para su conciencia,
ya que en la primera de las obras mencionadas, un niño
conoce lo que es el mundo y su sociedad a través de sus
travesuras y aventuras con sus amigos, en la segunda cómo
salen adelante unas hermanas ante la ausencia del padre, que se
encuentra luchando al frente, y en la última cómo
los sentimientos de una niña que se encuentra reprimida
por su sociedad salen a flote a través de sus fantasías,
provocadas en este caso por la lectura.
La relación que existía entre el público
infantil de principios de siglo XX y finales de este mas bien
fue impuesta no solo por sus padres sino por la sociedad, que
veía en estos un potencial exponente de ideas al que había
que mantener a raya, callado, debido a que el niño puede
modificar su pensamiento y absorber el conocimiento que muchas
veces no es asimilado por el adulto. Es el infante un arma muy
poderosa contra la ignorancia de un pueblo, ya que es la raíz
por la que el árbol se puede alimentar: para sanar a una
sociedad hay que empezar desde abajo.
No sólo en la narrativa infantil, sino en otros aspectos,
lo que se encuentra establecido, conocido como clásico,
es lo que agrada mayoritariamente, ya que en su estructura no
presenta grandes saltos, lo que facilita la localización
de la problemática y la comprensión de su lectura.
Tanto la modernidad como la postmodernidad implican transformaciones
de los elementos que componen la narrativa clásica, en
un constante juego de adaptar, retomar lo viejo y hacerlo parecer
como nuevo, ponerle un disfraz y presentarlo como algo que debe
de ser aceptado por llegar a las fibra sensible del ser humano
y hablar sobre su supuesta realidad.
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El cine y la televisión han desarrollado adaptaciones
maravillosas de obras literarias infantiles, ya que en el más
austero de los casos el más clásico utiliza actores
de carne y hueso para dar vida a los personajes, y en más
complicado, más caro y más moderno se utiliza la
animación. De cualquier forma hay una subversión,
es decir, la creación de un código mediante el cual
la historia retoma sus aspectos más importantes y los mezcla,
los transforma de acuerdo a la sociedad a la que la obra se encuentra
dirigida. Autores como Twain, Carroll, etc., no han hecho más
que presentar y adaptar situaciones adultas que los niños
viven y absorben; se han creado en las historias cinematográficas
de los últimos años códigos mediante los
cuales una sociedad se identifica por el tipo de ideologías
que se encuentran presentes, y que aparentemente pone al descubierto
las viejas convenciones de su entorno.
La animación se ha vuelto un mundo muy vasto debido a
los materiales que se pueden emplear para este fin, aunque cabe
destacar que el de la animación gráfica por computadora
o CG es el que lleva hoy en día la batuta. La animación
que se conoce como clásica o tradicional bien podría
haber tomado su nombre de la imposición y creación
de algunas películas por parte de la casa Disney (que no
ha hecho otra cosa sino llevar al cine obras literarias en sus
primeros 60 años de vida) y que retoma elementos estructurales
del cuento clásico para narrar sus historias a pesar de
utilizar un método tan moderno como la animación.
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Hay una subversión: la creación
de un código mediante el cual la historia retoma
sus aspectos más importantes y los mezcla, los transforma
de acuerdo a la sociedad a la que la obra se encuentra dirigida
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Pero a pesar de esto, la animación tradicional se encuentra
en proceso de envejecimiento ante la llegada del CG, ya que lo
nuevo y atractivo es la animación en tercera dimensión,
llevada a su cumbre por películas como Toy Story,
Bichos, Monsters Inc y Shrek, que han dejado
muy atrás a los dibujos de doble dimensión, aunque
no así a la estructura narrativa antigua que hizo famosa
a la casa Disney.
Shrek no sólo es parte de esta cumbre de la animación,
sino que evidencia aún más lo que se ha venido gestando
en los últimos 10 años: la decadencia de Disney.
Shrek, es una película irreverente no sólo
por los modales y el comportamiento de sus protagonistas, sino
por el manejo estructural de sus elementos, que hace aun más
obvio el juego contradictorio en el que las películas y
las caricaturas animadas de Walt Disney ha caído: tratar
de aparentar una estabilidad en la que todavía hay un juego
sano entre las fantasías y tradiciones.
El argumento en Shrek es una analogía de la difícil
situación por la que atraviesa la empresa de Disney frente
a la competencia, y adquiere un tono subversivo al cuestionar
el esquema al cual dicha empresa ha sometido a sus películas.
Un complicado juego es el que realiza Disney con sus tradiciones
y con lo que propiamente ha establecido con el paso del tiempo
y con el perfecto manejo del entorno y la habilidad para plasmar
los contextos sociales de cada época en todas sus películas,
ya que ante la llegada de Shrek, que evidencia aún
más su decadencia, se trata de crear un elemento que trate
de mantener ese supuesto equilibrio ante la ruptura y juego de
las tradiciones: Disney se apoya en la animación por CG
al asociarse con una empresa como Pixar, que ha sido la base de
Toy Story, Bichos y Monsters Inc, e imprime
su sello. Lo tradicional no quiere morir, quiere verse transformado,
adaptado.
Antes
de Lilo & Stitch, película que después
del éxito de Monsters Inc, presenta animación
de 2D, Disney tuvo un éxito moderado en películas
del mismo tipo como Atlantis y Tarzán, que
demostraban cuan novedosos eran los dibujos a lápiz con
un tratamiento computarizado tan avanzado enteramente promocionado
por Disney.
Aunque tuvo competidores como Titán A. E, Anastasia
y La Edad de Hielo (la primera y la segunda en 2D y la
última en CG), Disney se ha dado entonces a la tarea, con
Lilo & Stitch, de jugar con sus mismas tradiciones
y ponerlas en riesgo, en ver quien gana el juego de la ruptura:
si lo clásico o lo postmoderno.
Así, parece que la adaptación de historias infantiles
del libro a la pantalla ha quedado atrás o se encuentran
estancada, ya que se han creado historias nuevas donde el argumento
se convierte en un factor secundario ante la magnitud de recursos
empleados para su realización. Queda por responder si la
animación rompe la línea con lo real o lo evidencia
aun más, si ésta es capaz de hacer que un niño
lea (como en el caso de Harry Potter de la inglesa J. K.
Rowling y de Shrek, del escritor William Steig) o se quede
en su casa con un videojuego o prefiera ir al cine, antes conocer
historias que en su problemática no tratan de un asunto
meramente infantil, sino que se adaptan a la idiosincrasia del
niño para hacerle partícipe y lector del mundo en
el que vive.
¿Puede existir un futuro para la literatura infantil,
aunque esta ya no se encuentre en el tradicional y clásico
libro de papel y pastas? Se busca que haya un registro permanente
de datos e imágenes, y una forma de hacer esto es tratarlo
mediante las nuevas tecnologías. Así, parece que
conforme este proceso avance el libro morirá, quedará
como pieza de un museo o, lo que es peor, como una imagen digitalizada
en algún breviario cibernético con el paso del tiempo.
La creación literaria siempre se encuentra en constante
cambio, en la creación de códigos e historias nuevas.
La subversión existe, aunque solo sea evidenciando la decadencia
de nuestra sociedad.
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